CAPÍTULO 41

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Abro los ojos y delante de mi hay una gran habitación con ventanales por todos lados, está vacía, parece la habitación de una casa muy grande, ya que más allá de las ventanas hay un inmenso jardín y un sendero que a la vista no tiene fin, me incorporo y noto que tengo energía nuevamente, solo hay una pulsera azul en mi muñeca, tiene escrito Suzanne Hart y a un lado tiene escrito "21", me pongo de pie, mi vestimenta es blanca, me dirijo al gran sendero en el jardín.

–Yo no iría allá si fuera tú –una voz de mujer me detiene, está detrás de mí caminando lentamente, lleva un pantalón y camisa blanca, también tiene unas zapatillas del mismo tono, su cabello es castaño claro y tiene una gran sonrisa en los labios.

– ¿Mamá? –me quedo un tanto extrañada, creo que estoy alucinando.

–¿Así es como recibes a tu madre después de tantos años? –su voz es tan dulce–. Hola, mi amor –me abre los brazos

Siento un ligero hormigueo en la espalda y sonrío, corro a su encuentro, me fundo en su abrazo, mis lágrimas brotan silenciosas, me acaricia el cabello y me da un beso en la sien, siento una sensación de tranquilidad, nos quedamos unos cuantos segundos así.

–Te extrañé mucho, mamá.

–Yo también, mi amor, pero ya estás aquí.

Mis ojos se abren sorprendidos y me separo unos cuantos pasos de ella.

–¿Estoy muerta? –la miro un poco asustada.

–No, aún –se acerca a mi y me acaricia el cabello–. Estás en una cabina de inconsciencia, tu estado de vida es inestabilidad cero, así se le conoce aquí, la pulsera azul eso significa.

–No entiendo, ¿no volveré?

–No lo sabemos, la razón por la que estás aquí es porque has recibido dos impactos de bala, tu cuerpo está luchando para reaccionar... 

–Espera –la interrumpo–. ¿Dos? 

–Tu hombro izquierdo y torso.

–¿Cuánto tiempo estaré aquí? 

–No lo sé, mi amor, nadie lo sabe, por eso se le llama cabina de inconsciencia, estás aquí porque tu corazón sigue latiendo, tienes el sendero enfrente por si decides marcharte por tu propia decisión, al final del sendero está tu destino y si quieres volver, no podrás porque esto ya no existirá, pero... –levanta un dedo–...si todo este espacio se torna completamente negro, es que tu cuerpo ha dejado de luchar y ya no habrá decisiones que tomar, tendrás que ir por el sendero.

–Tengo que regresar, quiero regresar.

–No hay nada que pueda hacer, hija.

–Eso tomará mucho tiempo.

–El tiempo no pasa aquí, mírame, soy la misma de hace 11 años.

Abro los ojos sorprendida, levanto mi vista al sendero.

–¿Te quedarás conmigo? 

–Mientras estés aquí y todo esto no se torne negro, estaré contigo –dice de manera dulce y sonríe.

Me siento triste, quiero ver a Marco, a Sebastián y a mis amigas, me gustaría decirles que estoy bien o al menos eso creo.

–Un pajarito me dijo que te vas a casar.

Interrumpe mis pensamientos y la miro.

–Sí, así es...o era.

–No seas tan negativa, hija, sea como sea, todo estará bien.

¿Destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora