CAPÍTULO 6

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Cuando desperté, estaba en una habitación de hospital, de mi lado derecho estaba Marco dormido en un sillón café de cuero como el del cuarto de mi madre, intenté moverme y noté que tenía las muñecas atadas a los bordes de la cama, me asusté muchísimo, mi tía estaba en la ventana, al escuchar mi forcejeo, se acercó, sonrió y me dio un beso en la frente.

—Hola, peque, ¿cómo te sientes? —preguntó sentándose en la cama.

—Bien, ¿qué pasó?, ¿Por qué tengo atadas las manos?

—¡Oh!, esto es porque cuando estabas inconsciente no parabas de rascarte la cara, el doctor dijo que era muy raro, pero que posiblemente era una reacción a tu ataque, así que pedí que te las ataran, pero ya que estás despierta, te las desataré —en lo que mi tía liberaba mis muñecas, miré a Marco, todavía seguía dormido.

—¿Tuve un ataque?

—Sí peque, el doctor dijo que te pusiste tan tensa con lo ocurrido con tus padres, que tu cuerpo no supo reaccionar de una manera distinta, pero ya estás bien —sonrió con dulzura.

—¿Qué pasó con papá?

—Tu papá sigue dormido, tuvieron que sedarlo, él tuvo una crisis nerviosa.

—Y ¿él qué hace aquí? —pregunté refiriéndome a Marco.

—Cuando llegué al hospital entré al cuarto de tu mami, no vi a nadie y pregunté al doctor si los había visto, él me respondió que habían tenido unos problemas y que estaban inconscientes, me dijo tu habitación y cuando entré, él estaba aquí, en ese sillón, estaba preocupado, me contó lo que había pasado y un rato después se quedó dormido.

—Por la culpa de su papá, mamá está en esas condiciones —anuncié.

—Eso no es verdad cariño, el señor Coleman tuvo un accidente hace más de 2 semanas y tu mami lo tuvo hace aproximadamente un mes, las fechas no concuerdan.

Al saber eso me sentí culpable de la conducta de papá, no sabía que iba a reaccionar así, nunca había visto a papá de esa forma, mi tía me distrajo de mis pensamientos cuando dijo:

—Cuando le dije que fuera con su papá, no quiso separarse de ti hasta saber que estarías bien, eso fue muy tierno —declaró mi tía.

—¿De verdad?, ¿Qué hora es?

—Las 7, dormiste varias horas, quiero estar segura de que estés bien para poder irnos a casa.

—Pero ¿y papá? —pregunté preocupada.

—Él está bien, no te preocupes.

Pareciera que nos estaba escuchando, porque en ese momento entró, lucía preocupado, asustado, recién levantado; en cuanto me vio, corrió a abrazarme, pero se frenó a un lado de mi cama cuando mi tía se lo negó, me tomó de la mano y me dio un beso en la frente.

—Perdóname preciosa, lo lamento tanto —sus lágrimas mojaban mi cabello.

—No te preocupes, pa, fue accidente.

Cuando se tranquilizó, me miró.

—¡Ay, cariño! Tienes un moretón en la mejilla —me acariciaba suavemente—. Todo esto es mi culpa.

—Claro que es tu culpa —dijo mi tía en tono molesto—, no debiste asustar a los niños así.

—¿Niños? —soltó mi padre, volteó y miró a Marco dormido en el sillón—. El padre de ese niño tiene la culpa de todo lo que le pasa a Melanie —gritó.

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