CAPÍTULO 58

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DÍA DE LA BODA

Apenas es medio día y todo es un caos, Paolo y su equipo han venido al departamento para arreglarnos a todas con maquillaje y peinado, debemos de estar listas a las 3 de las tarde porque vienen por nosotras a las 3:30 p.m., ya que la ceremonia empieza en punto de las 5, mi arreglo es el último, así que tengo tiempo para pasear o solo quedarme sentada a esperar a que arreglen a todas.

Doña maldad y papá están viendo toda la organización en el salón, la decoración, el orden de los invitados y el transporte, al parecer doña Maldad pidió que papá la ayudara y él aceptó.

Por otra parte, no he hablado con Sebastián, incluso Janet me ha quitado el celular para evitar marcarle, ya que cada 5 minutos veía si no tenía algún mensaje, me dijo que la estaba desesperando y le entregue voluntariamente a fuerzas mi teléfono para que no se empezará a enojar, así que tengo mucho tiempo libre, ya he preparado los atuendos de las chicas y el mío propio, no he desayunado y ni siquiera tengo hambre, una parte de mi está privada de nervios y no reacciona, pero trato de mantenerme con cordura y no dejar que eso me domine, por otra parte me siento relajada y tranquila de saber que hoy Marco estará a salvo.

Por lo poco que me han dicho, sé que todos los chicos, incluidos Kim y Lauro, están con Sebastián, vinieron por ellos como hace 1 hora, en una de las camionetas de Eric, quien por cierto, Eric y Claudia llegarán directamente a la boda, estamos emocionadas de recibirla a pesar de que ya no vivirá aquí, ni yo, esta noche, de hecho, mi corazón se hace un poco pequeño cuando lo pienso, no quiero irme de aquí pero tampoco quiero vivir con Sebastián aquí.

–Su, Paolo ya está desocupado, dice que vayas –Lu, se asoma en el borde de la puerta de mi habitación, ella lleva una perfecta diadema de trenza con la cabellera elegantemente recogida.

–Gracias, Lu, en un minuto voy.

–De acuerdo, apresúrate –me sonríe y sale para reunirse con las demás.

En estos meses he pensado demasiado en Marco, pero también estos meses me han servido para resignarme en algo que al principio de todas formas acepte, así iba a ser desde el principio, yo se lo dije a Marco, en estos meses me dolió demasiado pero también aprendí a curar un poco la herida, que se abre de vez en cuando, las heridas del amor son las más profundas y difíciles de cerrar, pero al final solo queda la cicatriz que tiene nombre, apellido y recuerdos, jamás se puede olvidar, pero se puede superar y al final, solo suspiras y sigues adelante.

Cuando miro la herida que dejo Marco, no puedo evitar una sonrisa de melancolía y un pequeño dolor en el pecho, su herida aún no cicatriza del todo, sé que quizá dentro de muchos años pueda llegar a verlo como un amor superado y espero de todo corazón, que él también me mire de la misma forma y poder sentarnos en algún lugar a platicar de los hijos, de nuestra vida, así, siendo felices y como unos hermosos amigos.




–Estás lista, preciosa –Paolo coloca otro poco de fijador en las últimas ondas que hizo–. Déjame verte –me levanto y me coloco frente a él, sonríe, asiente–. Estás perfecta.

Tomo el primer espejo que está sobre la mesa y me miro, abro un poco los ojos al ver tal obra, mis ojos tienen una ligera sombra café con beige, colores claros, muy tenue y natural, las pestañas postizas se ven lindas y hacen ver el ojo un poco más grande, mis mejillas están ligeramente rosadas y los labios tienen un tinte rojo muy tenue, debo decir que aunque no siempre me maquillo, me encanta como se ve.

¿Destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora