CAPÍTULO 39

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Se hace un silencio aún más denso y todos nos observan a ambos.

–Disculpa, ¿tú, quién eres? –Lu se dirige a Marco de manera severa.

–¿No lo conoces? –le pregunta Lauro–. Estaba en la puerta, preguntando por Suzanne.

Quiero hacerme muy pequeña, casi desaparecer, me siento muy nerviosa, ¿qué voy a hacer cuando Sebastián llegue?, no entraré en pánico, me controlaré.

–¡Oh!, ¡De verdad lo siento!, mi nombre es Marco Coleman, soy amigo de Suzanne, lamento llegar así sin más pero escuche que Har...Suzanne, tendría una fiesta de bienvenida y quería estar presente, traje unas donas... –levanta la pequeña maleta negra que tiene en sus manos–... y cerveza –sonríe.

Miro a las chicas, siento mi cara muy caliente, creo que estoy roja, el rostro de las chicas denota sorpresa y están algo desconcertadas al igual que yo.

–En ese caso, pasa...ammm...soy Lu, un gusto.

–El gusto es mío, Lu.

–Él es mi novio, Lauro.

–Un gusto –dice Lauro.

–Igualmente.

En lo que ellos se saludan miro a las chicas, Clau me toma de la mano suavemente y se acerca a mi. 

–Su, creo que deberías levantarte a recibirlo –me susurra–. Tú lo conoces mejor, solo tengo una pregunta ¿por qué no nos dijiste que lo invitaste?

–No sabía que iba a venir, yo lo deje en Los Ángeles, me dijo que tenía una cita –encojo los hombros nerviosa.

–Levántate, anda.

Me da un leve empujón, me levanto y lo miro

–Hart –dice sonriente, camina hacia a mi, siento que mis pies son de gelatina.

–Hola...Marco –empiezo a caminar, intento controlar mi nervio tratándolo de manera normal, al llegar frente a él, me mira con su perfecta sonrisa, lo abrazo–. ¿Puedes decirme qué haces aquí? –le susurro.

–Quería verte –susurra–. Te dije que ya no insistiría, pero hay algo en mí que aún no se rinde y en el peor de los casos, vengo por mis libros.

–Tienes que irte –suelto–. Sebastián llegará en cualquier momento y...

–No te preocupes por eso, me comportare como tu amigo y no diré nada que pueda complicarte, solo déjame estar a tu lado un poco más, por favor te lo pido, solo que por ahora, tienes que soltarme porque si no empezaran a sospechar. 

–Ah, si... es verdad –lo suelto y las chicas están sonrientes, me siento un poco más nerviosa–. Ven, te presentaré a mis amigas de las que te hable –intento sonar normal pero mis manos temblorosas me delatan, nos acercamos a Clau, quien estaba sentada a mi lado–, ella es Clau – la señalo sin saber que más decir, miro a Clau–. Clau, él es Marco, un amigo de mi infancia que me encontré en Los Ángeles el día de acción de gracias.

–Un gusto –dicen ambos al unísono.

Pasamos silla por silla y yo agradezco que las piernas no me fallen, las chicas lo saludan alegres y disimulan no conocerlo, él sonriente, les estrecha la mano.

–Muchas gracias por las donas y las cervezas –agrega Mey, Marco se las entrega y ella sonriente se las lleva a la cocina, al salir vuelve a mirar a Marco–. ¿Quieres algo de tomar? 

–No, estoy bien muchas gracias, solo necesito un baño, ¿puedo? 

–¡Oh!, por supuesto, Su, te guiará –me mira y la fulmino con la mirada.

¿Destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora