CAPÍTULO 59

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Cuando salimos de la iglesia, todo mundo nos aplaude, nos subimos a una camioneta grande tomados de la mano, yo no tenía idea que rentaron una camioneta, según yo, era una limusina, Marco está muy contento, ninguno de los dos puede creerlo, la camioneta arranca con destino a la recepción dejando a todos los invitados atrás.

-No llego a entender muchas cosas –niego con la cabeza mirándolo–. ¿Qué pasará con tu familia?, no han venido a tu boda.

-Se equivoca, ahora señora Coleman, la poca familia que tengo ha venido a verme a desposar a la niña de mis sueños, Sebastián y yo planeamos muchas cosas que no sabes en 4 días, para mi sorpresa, él fue el que me contactó, me pidió que lo ayudará a organizar una boda, me platicó todo el plan de su madre, así que mientras tú planeabas con la señora Margareth toda una boda, Sebastián y yo, hacíamos la verdadera boda.

Eso me sorprende, ¿entonces todo lo que hice fue en vano?, mi mente está como shockeada, en este asiento no debería estar Marco, debería estar Sebastián, me parece algo muy irreal, pero sinceramente me encanta.

-Entonces, ¿Han cambiado todo? 

-No, no todo por el tiempo, era demasiado limitado, cambiamos los platillos, lo de la iglesia, los anillos con el lazo y otras cosas que esperamos te des cuenta... 

Lo miro, pero pienso en Sebastián, quiero agradecerle por tanto.

-Para tu mala suerte, la señora Margareth estará ahí.

Un escalofrío pasa por mi espalda, creo que se da cuenta, me aprieta un poco más la mano que no me ha soltado desde la ceremonia.

-Tranquila, no nos hará nada malo –me acaricia la mejilla–. Sebastián ya se encargó de eso, no me preguntes cómo, porque ni yo sé, estaremos bien –se acerca y me deposita un beso–. Estás preciosa.

-Tú tampoco estás mal, Coleman –lo miro, esos azulados ojos que me hipnotizan–. Oye, lamento...–suspiro–...haberte corrido de esa forma, no era mi in...

-Shhh... –me coloca un dedo en el mentón–. Ya sé por qué lo hiciste y ahora entiendo, yo también hubiera hecho lo mismo o te hubiera secuestrado y nos íbamos juntos –sonreímos–. Gracias, a..amor –sonrío aún más.

Nos repartimos unos cuantos besos en el trayecto, huele delicioso y me encanta, estoy fascinada con este hombre y pensar que ya es mi esposo, me acerca a él de manera delicada, me abraza y hunde sus labios en mi cabello por la mayoría del trayecto.

Somos los primeros en llegar al salón, hay algunos coches afuera, no tengo idea de quienes son.

-Ésta es otra cosa que cambiamos...–me señala el auto–... contratamos un fotógrafo profesional diferente –sonríe con cierto coqueteo.

-¿A qué te refieres con diferente?, el que teníamos, ¿no te gusto? 

-Ya lo verás –me sonríe y en ningún momento me suelta la mano, seguimos caminando y entramos por una puerta distinta a la principal, caminamos por un pasillo largo con luces en el techo iluminando el recorrido, entramos a una puerta de la izquierda, me quedo sin habla, se ve todo el salón iluminado con un amarillo tenue, hay lámparas en algunos puntos del salón de un amarillo vibrante, hay muchas flores alrededor, cada mesa tiene velas y flores, hay arreglos colgantes, el techo es iluminado por miles de focos pequeños igual amarillos, parecen estrellas entre la tela que las tapa, las mesas son redondas y cada centro de mesa es un mini árbol, entre focos, flores, y palos de decoración.

Marco, me ofrece su brazo y caminamos entre las mesas, me lleva al centro del salón, se coloca frente a mi, quedamos tan juntos, coloco mis brazos sobre su cuello y el sus brazos en mi cintura, empezamos a balancearnos, natural, sin música, sin nada existente en el salón, solo él y yo.

¿Destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora