Compramos un rico pastel de tres leches para papá.
Ya era 21 de abril, el cumpleaños 36 de mi papá, yo tenía que ir a la escuela, cuando me desperté, me cambié y fui corriendo a su cuarto, mi tía me alcanzó y me dijo que no lo felicitaríamos sino hasta cuando yo regresara de la escuela, aparte él estaba dormido y mi tía le tenía una sorpresa especial, no me quedo de otra que aceptar, así que fui a la escuela.
Cuando iba a la escuela solo uno de los dos guardias que tenía me acompañaba, eso yo se lo pedí a mi papá, él aceptó, pero me dijo que uno se quedaría afuera de la escuela y el otro se quedaría afuera de mi salón, como siempre llegué temprano e igualmente como siempre, Marco me estaba esperando, pero esa vez más sonriente de lo normal, ¿habría sido por nuestro beso? También pensaba si a eso se lo podría llamar beso, pero me daba igual, me sentía feliz de alguna forma por eso, aún sentía el pequeño cosquilleo en mis labios, jamás se lo comenté a mi papá, ni a mi tía, se nos quedó como un secreto que queríamos repetir y si él era mi otro extremo de lazo, seguro que lo repetiríamos alguna vez.
—Buenos días —dijo sonriente, se había peinado y tenía su uniforme totalmente impecable, llevaba puesto el saco rojo, el moño perfectamente acomodado, los zapatos lustrados y su cordel en el dedo meñique de la mano izquierda, todo él se veía tan apuesto.
—Buenos días ¿te pasa algo? —dije un poco interesada.
—Ammm...no que yo sepa, quería decirte que me siento... —hizo una pausa— ...feliz de estar a tu lado.
—Supongo que igual yo —sonreí, acomodé mis cosas y me senté a su lado, esperando a que los demás llegaran.
—Sabes, lo que pasó ayer me hizo pensar que te quiero mucho —me miró, nuestras miradas se encontraron, me sonrojé y él sonrío.
—¿Ah, sí? —dije un poco apenada.
—Sí, es decir al principio te veía como una amiga, nunca te vi como una hermana, luego te convertiste en mi mejor amiga y luego empecé a sentir cosas muy raras y bonitas por ti, creo que me enamoré, que me arrojen una piedra si eso no es cierto.
—¿Quieres que vaya por ella? —bromeé, él rio.
—¿Tú no sientes algo?, digo, ya sé que estamos pequeños para tener un romance, pero si esto que siento no es amor, entonces tengo lombrices que se mueven en mi estómago cuando te veo y no dejo de sonreír cuando estoy contigo, no estoy pidiendo que seamos novios, aunque realmente me gustaría serlo, algún día y si eso se da, el futuro nos dirá ¿no lo crees?
—Lo que yo sienta ya no tiene importancia, te irás a Italia, quizás sí esté enamorada de ti, que sé yo...no sé que es el amor, apenas estoy acostumbrándome a la idea de que en unas semanas no estarás aquí —no podía decirle lo que en realidad sentía, que cuando lo veía yo también tenía lombrices que se movían en mi estómago y que cuando me tomaba la mano, me olvidaba de todo, que yo tampoco podía dejar de sonreír cuando estaba con él y que mis días eran más divertidos si él estaba en ellos, ya no quería sentir nada de eso, él se iría y esa era la única cosa que yo debía pensar.
—¿Qué pasaría si regreso por ti?
—¿Cómo? Tus abuelos no te dejarían.
—No me refiero a regresar por ti en unos 2 años, ni siquiera sé si esté 2 años allá, a lo que me refiero es que podría volver por ti cuando tenga la suficiente edad, es decir, sé que no encontraré personas como tú allá, ni en ningún lado, quiero regresar a donde tú estés, lo haré, solo tienes que esperar —tomó mi mano.
—¿Esperar? —su persistencia me desconcertaba— ¿Esperar a qué?, ¿qué tal si yo me caso o si tengo novio?, ¿cómo sabré que vendrás?, quizá me olvides en cuanto te acostumbre al país, no lo sé, no creo poder esperar, aún no sabemos tomar decisiones, ni siquiera sé si pasaré matemáticas este año y tú quieres que piense que pasará con nosotros en 10 o 15 años —suspiré—, aún no estoy lista para tomar decisiones así —retiré mi mano de la suya—, si algún día llegamos a encontrarnos en el futuro, quizá lo intentemos o hablaremos de eso, respetaremos nuestras decisiones, pero mientras, dejemos ese tema, aún no quiero entrar en eso, siento que estamos hablando como si fuéramos adultos y yo aún no quiero serlo —no quería hacer contacto visual.
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¿Destino?
Romantik"Todos nacemos con un lazo rojo, pero únicamente tenemos un extremo, el otro extremo lo tiene la persona a la que estamos destinados y por más lejos o tenso que esté, ese lazo jamás se romperá"...pero, ¿qué pasa cuando llega a ser alterado? ¿Cuá...