CAPÍTULO 33

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Cuelga y me mira.

–Hola –es lo único que se me ocurre decir.

–Hart, creí que nos veríamos más tarde, ¿está todo en orden? 

–Ammm...¿Puedo pasar? –intento no sonar tan nerviosa, aunque toda yo en estos momentos soy un costal de nervios.

–¡Oh!, claro, por supuesto, adelante –me abre el paso, al entrar, cierra la puerta a mi espalda–. ¿Estás bien? Discúlpame, pero no te veo de muy buena manera, ¿por qué vienes tan agitada? ¿Pasó algo en tu casa? ¿Todos están bien? 

–No... – maldita sea, mis mejillas empiezan a arder de las lágrimas acumulándose, el nudo en la garganta empiezo a sentirlo y me impide hablar.

–¿No qué? –se acerca y me mira–. ¿Qué te ha sucedido? –su mirada de repente cambia a algo más serio y alarmante–. ¿Tu novio te hizo algo? 

–No –el primer sollozo sale libre y sin permiso–, él no hizo nada –me restriego los ojos y respiro hondo, intentando mantener la cordura–. En un rato te explicaré, pero primero necesito tu ayuda ¿puedes? 

–Por supuesto, ¿qué necesitas? 

–Puede que suene algo atrevido, pero ¿me dejarías quedarme solo por esta noche aquí?, mañana tomaré un vuelo a Nueva York.

Su rostro denota sorpresa y algo de desconcierto.

–No sé que decir – me mira

–No hay problema si no me dejas, buscaré otro lugar, pero creo que por ahora, eres la única persona en la que puedo confiar.

–No, digo, por supuesto que puedes quedarte el tiempo que quieras aquí, pero ¿tu padre? ¿Tu tía? 

–Tuve una fuerte discusión con ellos y me he enterado de muchas cosas, es algo complicado de explicar en estos momentos.

–Por quedarte no te preocupes, puedes dormir en mi habitación, es la única que está presentable en estos momentos, ¿tienes alguna pijama? ¿Algo de ropa para cambiarte hasta mañana? 

–No te preocupes, puedo dormir en cualquier lado, lo que menos quiero es molestarte y no, bueno mi ropa está en mi casa, pero no iré a recogerla, estaré bien hasta mañana así.

–No molestas a nadie, siempre eres bienvenida y con respecto a tu ropa ¿quieres que vaya a recogerla a tu casa? 

–No, si mi padre te ve, sabrá que estoy contigo.

–Puedo decirle a un amigo que pase por ella, no te preocupes, es de mi entera confianza, no dejaré que duermas así o también... –lo piensa unos segundos– ...Podríamos ir a comprarte algo. ¿Qué prefieres? 

–Creo que lo de tu amigo es buena idea, pero y si mi padre lo ve, lo interrogará para saber donde estoy 

–¿Por qué no quieres que te encuentre? –dice sorprendido–. ¿Tan grande fue su pelea como para que escaparas?

–Sí, por ahora no quiero verlo, ni a él, ni a mi tía –me cruzo de brazos–. Tú...tú eres parte de su mentira –digo un tanto tímida, aún no sé como explicarle lo de las cartas.

Sus ojos y cejas se levantan de manera sorpresiva.

–No estoy entendiendo –se cruza de brazos–. ¿Qué mentira? ¿Yo qué tengo que ver ahí? 

–Es algo complicado de explicar, necesito en serio tu ayuda.

–Suzy –baja la cabeza y se mete la mano en los bolsillos del pantalón–, hace 10 años que no sé mucho de ti, incluso nada –respira hondo–. A mi no me gusta verte con el rostro de esa manera, lleno de lágrimas de tristeza, no sé qué es ese problema y en realidad no quiero saberlo, pero eres tú y necesito ayudarte.

¿Destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora