–Buenos días... –oigo una voz–. Señorita Hart, Buenos días –abro despacio los ojos y es una enfermera bajita y regordeta con una bandeja de comida en las manos–. Buenos días Señorita Hart, soy su enfermera Sally y estaré a cargo de usted en lo que ocupa su estancia aquí, le traigo el desayuno.
Me incorporo un poco y con la mirada busco a Sebastián, quien no se encuentra en la habitación.
–Buenos días –digo tranquila–, muchas gracias...ammm...disculpe ¿sabe dónde está el chico que estaba conmigo?
La enfermera coloca la charola en una mesita y está acercándola para que pueda desayunar.
–¿Te refieres a ese niño alto y simpático? –suelta una risita –. Sí querida, hace un gran rato salió de tu habitación para buscar al doctor, pero en estos momentos no tengo idea dónde se metió, ahora por favor come tu desayuno, en unos minutos regresaré con tus resultados y vendré por la charola.
–Gracias –le sonrío–, otra cosa...¿Qué hora es?
–Son las 11:20 a.m. señorita –sonríe–. Que disfrute su desayuno –sale de la habitación.
¡Tengo que ir a trabajar!, no puedo llegar tarde en mi último día, reviso lo que hay en la charola y es un plato de fruta, cereal, café y pan tostado, terminaré esto, saldré a buscar mi celular en el trasero de Sebastián para llamarle a Marlon y avisaré que llegaré un poco tarde.
No tengo idea a que hora nos dormimos ayer, bueno más bien hace unas pocas horas, dijo cosas tan bonitas y pude compartir cosas que nunca había platicado con nadie, bueno, ya es un avance y me siento feliz por eso, aunque aún no sé si quiero casarme con él. Comienzo a comer el melón y de repente tocan a la puerta.
–Ammm.. adelante –digo con el melón en la boca, la puerta se abre y entra un niño como de unos 6 años, con una bata de hospital y con muy poco cabello, entiendo que es del piso de oncología infantil, en las manos trae una rosa roja, se acerca a mí, me sonríe y me entrega la flor.
–Gracias, corazón –digo sorprendida, levanto la vista y entra una niña de igual aspecto con su bata de hospital y una rosa blanca, se acerca, me la entrega y suelta una risita–. Gracias –vuelvo a repetir, detrás de ella entran más niños, hacen la misma acción de entregarme rosas de diferentes colores y se quedan a mi alrededor, perdí la cuenta después de la rosa número 15, después de unos minutos tengo como 30 rosas y calculando la misma cantidad de niños alrededor de mí, todos se ríen y me miran, yo sonriendo por seguir recibiendo rosas, dirijo la vista a la puerta y veo la cabeza de un oso de peluche que se asoma por el borde superior derecho de la puerta, los niños ríen más y empiezan a decirse cosas entre ellos, el oso se va asomando más y más, hasta que se ve completa la persona que lo está cargando, es una niña de unos 7 años con cabello rizado rubio, con la misma bata de hospital que todos los niños de la habitación, quien está sobre los hombros de nada más y nada menos que de Sebastián, él sonriendo se acerca a mi y se agacha para que la niña me de el oso.
–Para ti –articula la pequeña de cabello rizado, entregándome el oso.
–Gracias corazón, es bellísimo.
–De nada –articula la pequeña–. Su nombre es Paulo –suelta una risita.
–Oh, pues muchas gracias por traerme a Paulo –le sonrío.
–De nada –me sonríe.
–Muchas gracias, Clara –le dice Sebastián, mientras la baja de sus hombros.
–De nada, Sebastián –le dice la pequeña, ya de pie, le pide que acerque su rostro a ella para susurrarle algo al oído, él lo hace y la niña le susurra algo que logro escuchar–. Es tan bonita –él ríe.
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¿Destino?
Любовные романы"Todos nacemos con un lazo rojo, pero únicamente tenemos un extremo, el otro extremo lo tiene la persona a la que estamos destinados y por más lejos o tenso que esté, ese lazo jamás se romperá"...pero, ¿qué pasa cuando llega a ser alterado? ¿Cuá...