La habitación está levemente iluminada por una lámpara de noche que está situada en la cabecera de la cama, examino poco a poco mi estado, me duele un poco el torso y el hombro, tengo puesto un inmovilizador en mi brazo izquierdo, un catéter en el brazo derecho, me duele y me pesa todo el cuerpo.
Delante de la cama hay un sillón, en el, hay alguien dormido, no puedo ver muy bien pero es hombre, quizá sea Marco, aunque es alguien más robusto, de mi lado derecho está Sebastián en un sillón reclinable negro, con una manta naranja, está completamente dormido, algo en él es diferente, tiene un poco más de barba, lo observo detenidamente y también noto con la poco luz que tengo que tiene un poco más de cabello, se ve apuesto.
Necesito moverme, me siento como si tuviera un costal de arena en cada parte de mi cuerpo, me duele el cuello a pesar de que la almohada que tengo es muy suave, ¿qué hora será?, creo que es muy de madrugada, aunque no creo poder concentrarme para dormir, supongo que me tendré que aguantar hasta que despierten, sería muy egoísta de mi parte despertarlos solo para que me ayuden a moverme. Intento incorporarme por mi propia voluntad un poco, pero es inútil, el cuerpo me pesa demasiado, me rindo, siento la boca seca, necesito un buen vaso de agua, empiezo a observar poco a poco la habitación, examino la cama y me sorprendo al ver un tipo de control remoto con 3 botones cerca de mi pierna derecha, si estiro la mano, estoy segura que lo alcanzo, me concentro en mover la mano, empiezo moviendo lentamente los dedos, que abandonan poco a poco el entumecimiento, bastan unos dos minutos para que la mano empiece a moverse de manera torpe y con cierto dolor en las articulaciones, un poco más, las yemas de mis dedos rozan el control, empiezo a estirarme, no tengo mucho el apoyo de mi brazo izquierdo por el inmovilizador, me muevo un poco más y mi torso duele, un poco más, mis yemas ya lo tienen, la cama hace un pequeño rechinido, ¡lo tengo!, lo tomo y empiezo a examinarlo, por la poca luz que hay son 3 botones de diferente color, el único que logro diferenciar es el rojo, los otros dos parecen ser negros, aunque pueden ser de otro color, decido apretar el botón de en medio, pero para mi sorpresa nada sucede, lo presiono varias veces y no sucede nada, el cuerpo empieza a punzarme, supongo que es por el pequeño esfuerzo que acabo de hacer, presiono el botón de hasta abajo, el respaldo de la cama empieza a levantarse lentamente, no, no, no mi cuerpo empieza a doler demasiado, ¡ay!, presiono el mismo botón y la cama se detiene, lo suelto y me toco el estomago de manera torpe y muy adolorida, respiro hondo y duele, presiono por último el botón rojo y nada pasa, ¡rayos!
–Se...bas –mi garganta está muy seca como para hablar con claridad, lo miró y sigue roncando, alguna vez me dijo que tenía un sueño muy ligero, si como no, la persona que está en el sillón frente a la cama ni se inmuta, de la nada entra un doctor y una enfermera, Sebas da un pequeño respingo, el doctor prende la luz, la persona que está en el sillón se levanta, me sorprendo al ver que es papá, se sienta en el sillón, su aspecto es un poco descuidado, todos están mirándome, Sebas es el primero en tomar el mando, arroja la manta naranja y se levanta de un movimiento, se acomoda a un lado de mi y me acaricia el rostro.
–Bienvenida, mi amor –su tono es dulce, ansioso–. ¡Gracias a Dios! ¡Has despertado! –sonríe y aplaude feliz.
El doctor se acerca, aparta con amabilidad a Sebastián que sale de la habitación, él empieza a checarme algunos signos.
–¿Cómo te llamas? –me pregunta mientras con una lamparilla checa mis ojos.
–Su...zanne Hart –mi garganta está rasposa.
–Enfermera, ordene que traigan agua –la enfermera sale, me toma la muñeca, mira el monitor–. Bueno Suzanne, por lo que veo tus signos están normales, estás un poco débil por el tiempo que has estado acostada, por el momento puedes consumir puros líquidos hasta que tu estómago se acople ¿de acuerdo?, no hables hasta que te traigan el agua, puedes lastimarte la garganta, así que solo levanta el pulgar para saber que estás comprendiendo –así lo hago y él sonríe–, bien, te reclinaré la cama para que estés más cómoda –toma el control, presiona 2 veces el botón de hasta abajo y la cama se pone recta, lanzo un pequeño suspiro de alivio–. No vayas a mover el hombro de manera brusca y si te duele todo el cuerpo cuando lo mueves, es completamente normal por la falta de movimiento, por ahora yo pediría que te quedaras despierta un par de horas y después te pediré que duermas ¿de acuerdo? –vuelvo a levantar el pulgar.
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¿Destino?
Romance"Todos nacemos con un lazo rojo, pero únicamente tenemos un extremo, el otro extremo lo tiene la persona a la que estamos destinados y por más lejos o tenso que esté, ese lazo jamás se romperá"...pero, ¿qué pasa cuando llega a ser alterado? ¿Cuá...