CAPÍTULO 26

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–¿Sabes que odio de volar? –Sebastián me mira con su boleto en mano.

–¿Qué? –digo levantando la vista de mi libro.

–Estar sentado tantas horas, mi trasero se cansa y luego duele –dice en un tono molesto, eso me saca una carcajada–. ¿Te parece gracioso? –me dice intentando reprimir una sonrisa.

–Amor, lamento decirte que no hay otra manera más rápida para viajar hasta Los Ángeles –devuelvo mi vista al libro y sonrío.

–Podría ir caminando, así mi trasero no sufriría las consecuencias –dice decidido.

–De acuerdo, te veo en el 2023 y en silla de ruedas –lanzo una carcajada y él hace lo mismo.

–Ya entendí, me quedo.

–Tú quisiste acompañarme, ¿seguro tus padres estarán bien?

–Quise acompañarte porque me da curiosidad pasar acción de gracias con la familia de mi novia, por lo que respecta a mis papás, ellos se han de estar divirtiendo de lo mejor en Canadá.

–Lo dices como si hubieras querido ir con ellos.

–No, ya he ido a Canadá, en cambio nunca he ido a Los Ángeles, debe ser muy genial.

–Allí nací, hay demasiados recuerdos, así que no sé si Los Ángeles sea mi ciudad favorita, pero sinceramente me gusta vivir más en Nueva York, aquí yo escribo mi propia historia –digo satisfecha.

–Me parece muy bien, considerando que allá debe haber recuerdos de tu mamá, de tus amigos y de tu familia en general.

–No hablemos del pasado, es víspera de acción de gracias, no quiero recordar cosas que duelan, por favor.

–Lo siento, peque –pasa su brazo por detrás de mi cabeza y me atrae hacia él, besando mi frente–. No era mi intención tocar esos temas –nos quedamos un momento en silencio–. Oye peque, agradezco que me hayas dejado dormir en tu departamento, realmente no me fue incomodo ¿lo fue para ti? 

–No, contando que mis amigas no te dejaron que durmieras conmigo, creo que no fue incomodo.

–En realidad no me molesto no dormir contigo, podría haber sido algo descortés de mi parte, por eso accedí a dormir en la habitación libre, no quería que pensaran que era un acosador o algo así.

–Pero, sí eres un acosador, cielito.

–¿Por qué? –dice sorprendido.

–Cuando nos conocimos en la fiesta de cumpleaños de Eric, al día siguiente fuiste a buscarme y desde ese día no has dejado de estar conmigo, aún sin conocerme completamente.

–¿Estás insinuando que estoy contigo por algo más?...eres muy inteligente ratoncita...pero tu físico no fue lo que me conquistó, en realidad fue tu personalidad y tus ojos lo que hizo que me conquistaras.

–¿Mis ojos? ¿Mi personalidad? –digo sorprendida–. Pero solo hablamos un par de horas esa noche.

–En un par de horas se pueden hacer muchas cosas amor, como ver varias películas, escuchar un Cd de música, leer muchas páginas de un libro, cocinar un pastel o viajar de un lugar a otro, pero fue en ese par de horas, que yo me enamoré de ti –hacemos un pequeño contacto visual, que al chocar nuestras miradas siento una mini descarga eléctrica y se me erizan los vellos de los brazos, él sonríe y se levanta.

–¿A dónde vas? –digo bajando completamente el libro a mi regazo.

–Voy por un café...¿quieres uno? –se acomoda la bufanda y mete sus manos en su chamarra de cuero negra.

¿Destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora