CAPÍTULO 19

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–¿Vienes muy seguido por estas fiestas? –pregunta mientras mira al horizonte.

–No, solo estoy acompañando a la novia del festejado –digo igualmente contemplando el horizonte–. ¿Tú vienes muy seguido? –volteo la cabeza y veo su perfil tan varonil.

–No –sonríe y mete las manos a las bolsas de su pantalón–. En realidad, yo no quería venir pero mi amigo Stephen prácticamente me obligó, por eso es que no tengo pareja –me mira–. ¿Qué hay de ti?

Suspiro y devuelvo mi vista al horizonte

–Que puedo decir, soy un desastre, mi amiga nos había dicho a todas lo de esta fiesta y nos nombró que invitaramos a alguien, a mí se me olvido completamente y aquí estoy sin ganas de estar aquí y sin pareja –me encojo de hombros y le doy un sorbo a mi copa de champagne.

–¿Tienes novio? –balbucea.

– Sí –digo y sonrío.

– Ya veo –vuelve a mirar el horizonte–. ¿Y como se llama? 

–No lo sé –digo en tono simple.

–¿Cómo que no lo sabes? –vuelve a mirarme y su cara denota un poco de sorpresa.

–Aún no lo encuentro, pero debe de estar por ahí –lo miro y tomo otro sorbo a mi copa–,  supongo que debe tener nombre –

–¿Entonces no tienes? –ladea la cabeza y sonríe.

–No en este momento –suelto una pequeña risa–. Y ¿tú? 

–Si estamos en esa cuestión, yo tampoco la he encontrado –se encoge de hombros.

–¿Qué edad tienes? –pregunto sólo para hablar.

–23 y ¿tú? 

–21 –tomo el último sorbo de champagne y lo dejó sobre la mesita que hay a un lado del borde

–Eres muy joven –mira mi mano–. ¿Eres de por aquí?

–Disculpe anciano –suelta una carcajada–.  Nací en California, pero vivo en Upper East Side –lo miro tímida–. ¿Estás interrogándome?

–Quizás –se encoge de hombros y toma una copa de champagne que le ofrecen, yo rechazo el ofrecimiento.

–¿Tú de dónde eres?–ladeo la cabeza y sonrío.

–Soy de Alpine, nueva jersey –me mira divertido–. ¿Estás interrogándome? 

–Sí –río–. ¿Alpine? Nunca he ido ahí.

–Es un lugar como cualquiera, podríamos ir, claro si es que quieres 

–¿Estás coqueteando conmigo? –pregunto divertida.

–¿Haces preguntas a cada cosa que te dicen? –ríe.

–No, eso es nuevo. 

Ambos reímos

–Lo siento, no soy muy buena para hablar con las personas y llega un momento que ya no sé que estoy preguntando, ni diciendo –toco mi frente y vuelvo mi vista al horizonte.

–No te disculpes, es divertido.

–¿Es divertido? –pregunto divertida.

–No digo que tú seas divertida, bueno...sí lo eres...pero... tú entiendes –se toca a cabeza avergonzado.

–Sí, entiendo –río.

Suenan unas campanitas dentro del departamento y la gente se va acercando, Sebastián y yo nos miramos.

¿Destino?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora