Después de que coloqué mis pocas pertenencias en aquellos enormes compartimientos, tenía mucho tiempo libre, así que para no causar escándalo, ni dar alguna molestia en aquella casa, salí al balcón con un libro en mano, me acomodé en el sillón que había y me dediqué a leer un buen rato hasta que mi tía entró y revisó el respectivo orden de mis cosas, salió al balcón y me miro.
—Querida, ¿por qué no colocaste todas tus cosas en los lugares que les correspondía? —replicó señalando el interior de la habitación, yo sin prestarle mucha atención por estar leyendo, le respondí:
—Tía, es todo lo que traje, papá y yo pensamos que solo serían unos días que estaría a aquí, así que él me dijo que trajera lo suficiente para al menos una semana.
Ella al ver mi reacción tan distante, entró a la casa, fue por el teléfono para llamarle a papá, yo en el sillón solo escuchaba frases como:
"Mariano, ¿no esperarás que tu hija sobreviva con esa poca ropa que trajo? O ¿sí?"
"Esta niña estará lo suficiente aquí, mientras su vida personal y escolar vuelven a la normalidad".
"Está bien, digas lo que digas, yo le compraré lo que necesite".
Minutos después colgó y regresó hasta donde yo estaba.
—Querida, hablé con tu papá y me ofrecí para comprarte lo que tú quisieras y necesitarás en lo que pasas tu estancia aquí.
Papá y yo sabíamos que no iba a estar mucho tiempo en esa casa.
—Tía, no es necesario, tengo lo suficiente para estar aquí el tiempo que sea necesario.
Mi tía al escuchar mi respuesta, se exaltó y colocó una mano en su frente moviendo la cabeza como modo de desaprobación.
—Tú y tu padre son iguales, pero bueno, déjame hacerlo por favor, tómalo como un obsequio de bienvenida o simplemente porque te quiero mucho y quiero darte unos regalos por ser mi sobrina.
Conociendo a mi tía, sabía que iba a insistir hasta que aceptara, así que para evitar todo ese embrollo, acepté.
—¡Perfecto! —soltó con un poco de emoción en la voz—, después de comer iremos a comprarte todas las cosas que quieras y que necesites, pero prométeme que me dirás toda la verdad de las cosas que deseas —dijo de un solo respiro.
—Está bien, prometido —contesté y en eso entró Nora, una señora de mediana edad, con un cabello lacio café que le llegaba al hombro, traía un atuendo azul y un delantal blanco, sonrió y con un ademán, nos avisó que la comida estaba lista, mi tía agradeció por el aviso y Nora, salió de la habitación dejándome a solas con mi tía, quien me miro.
—Lávate las manos, querida y baja al comedor en cuanto termines —se dio la vuelta y me volvió a dejar en aquel balcón, cerré mi libro, lo dejé sobre la cama, cerré la puerta del balcón y me dirigí al baño a seguir órdenes, al terminar, bajé al comedor.
En el comedor, mi tía me estaba esperando y me pidió que tomara el lugar a un lado de ella, después llamó a Nora para que nos sirviera los alimentos y así lo hizo. La comida fue una crema de brócoli, de plato fuerte, salmón con champiñones y de postre, helado de chocolate. Para ser sincera, esa comida estuvo muy rica, en especial el helado de chocolate.
Al terminar de comer y como mi tía lo había prometido, fuimos a diferentes tiendas a que me comprara cosas que quería o necesitaba, normalmente cuando salía a comprar con mis papás, ellos elegían que era sano, educativo, divertido o las cosas que realmente veían que necesitaba, pero con mi tía no había esas reglas, ella quería comprarme cualquier cosa que yo quisiera, sin objeciones, reproches, ni nada, solo quería tenerme feliz.
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¿Destino?
Romansa"Todos nacemos con un lazo rojo, pero únicamente tenemos un extremo, el otro extremo lo tiene la persona a la que estamos destinados y por más lejos o tenso que esté, ese lazo jamás se romperá"...pero, ¿qué pasa cuando llega a ser alterado? ¿Cuá...