Hidden Feelings [H.S]

Capítulo 24

Tú la deseas a ella, la necesitas a ella,
y yo nunca seré ella.

—i hate u, i love you
G. Nash ft. Olivia O'Brien

Me encuentro encerrada en mi cuarto, escuchando una triste melodía de una canción bastante conocida que por causas del destino, trata sobre como me siento con respecto a él.

Debería estar avanzando con algunas tareas que ya las tengo 100% acumuladas. Pero no tengo ganas de absolutamente nada en este momento. Peor aún, es tarea de una de las materias en las que más dificultad tengo, pero para una personita, es la cosa más sencilla del mundo.

Lástima que no puedo molestarlo, debe estar tirado en su cama, con miles de pañuelos esparcidos en ella, súper abrigado. Pero con el celular en la mano muy feliz mientras conversa con... Ella.

¿Cuántas veces habrá enviado el emoji de corazón?

Una pensando que Alana no quería nada con él y al final termina engañada.

¿Y si voy a su casa?

No pierdo nada ¿no?

Tampoco ganas.

Me quedo unos diez minutos debatiéndome entre si deba ir o no y al final me decido por ir.

Solo cruzo los dedos para que Alana no esté ahí sino tendré que regresar a casa con toda la dignidad del mundo abajo.

(*)

—Está en su cuarto, creo que está dormido —dice mi cuñada, digo Gemma señalando al segundo piso.

Acto seguido, escuchamos un estornudo.

— ¡Está despierto! —anuncia con una felicidad sarcástica y yo río.

—Una pregunta... —digo antes de entrar a su casa— ¿Está solo en su cuarto? —susurro.

Que oportuna Vic, tener que hacerle esa pregunta a su hermana.

—Sí, ¿por qué? —pregunta sin entender.

—Solo curiosidad —voy hasta las escaleras no sin antes gritarle un gracias.

Llego hasta la puerta en donde desde afuera se escucha la bulla de Harry y con manos un poco temblorosas la toco con tres golpes consecutivos.

— ¡Mamá, que no quiero comer! No tengo ganas de nada —grita lo más que puede ya que su voz está afónica.

—Tú no quieres comer, pero tú sí me obligas a hacerlo ¿verdad? —reclamo ya dentro de su habitación.

Que oportuna Vic, ni siquiera te dio permiso para que entres.

Es la primera vez que estoy en su habitación y no sé como sentirme al respecto. No es ni muy grande ni muy pequeña. Tiene la típica mesita de noche al costado de la cama debajo de una lámpara, en la pared de la izquierda se encuentra un ropero grande color blanco. A su derecha hay un gran ventanal que da la vista a la calle, junto con un escritorio color negro donde posa su laptop. Y al frente de él se encuentra un televisor de aproximadamente 46' pulgadas encima de un tocador con tres cajones. El olor varonil se impregna por todos lados y disfruto aspirarlo. Tiene posters de bandas y cantantes de los 70's u 80's y me doy cuenta que tiene unos gustos parecidos a los de mi papá por la música. Aplaudo mentalmente.

El sonido de él sonándose las narices me distrae y recién me fijo en su aspecto desde que llegué.

Está exactamente como me lo imaginaba. Tirado en su cama bien abrigado, solo que sin el celular en la mano.