Hidden Feelings [H.S]

Capítulo 41

La voz de Christina Perri y su A Thousand Years suena en la televisión ya que habíamos terminado de ver Amanecer, algo irónico porque dentro de unas horas el sol estará a punto de salir realmente.

Desde el primer hasta el último segundo de la canción, Harry no ha dejado de besarme. Me tomó por sorpresa porque ambos estábamos concentrados en la película y de un momento a otro sus labios estaban encima de los míos. Quizás fue impulso de la canción, pero no me quejo, mas bien, lo disfruto.

Los labios de mi novio siguen moviéndose a pesar de que la canción ya no nos acompaña y después de unos segundos, él se aparta respirando con un poco de dificultad al igual que yo.

Una sonrisa estúpida se me apodera del rostro, una muy imposible de borrar hasta que...

—Amor, ¿cómo te fue en el examen? —Harry se acomoda en la cama a mi lado, echándose boca arriba con los brazos detrás de su nuca.

¿Es... es en serio? ¿Va a interrumpir un momento como este solo por eso?

—Bien —miento sin expresar mi molestia, pero no parezco lograrlo.

Solo en mis sueños un examen de trigonometría se me haría súper fácil. Simplemente no puedo con tantas fórmulas, cosenos, tangentes y secantes. Es muy complicado.

— ¿Por qué no te creo?

—Porque tú no quieres —contesto de mala gana.

Un pitido en mi celular hace que Harry y yo pongamos nuestros ojos sobre el aparato. Ambos nos miramos y luego al teléfono. Nuestros ojos se cruzan durante unos segundos, hasta que ambos, al mismo tiempo, ponemos nuestras manos sobre el móvil, lo que hace que el aparato caiga al suelo y termine debajo de mi mesita de noche.

Los dos nos tiramos al piso y estiro el brazo para poder alcanzarlo, pero Harry es más rápido y lo toma con facilidad.

Me ofrece su mano para ayudar a ponerme de pie y automáticamente me paro a su costado un poco temerosa por lo que la pantalla está a punto de mostrar.

Este hecho me recuerda a una película de terror.

Aunque prefiero eso antes de lo que sea que vaya a ver.

"Tienes una nueva calificación."

Es un milagro que mi teléfono siga funcionando después de su caída.

—Veamos si te fue bien —dice el chico poniendo su dedo encima de la notificación.

— ¡No! ¡Yo lo veo! —trato de agarrar el aparato de sus manos pero resulta en vano porque el chico extiende su brazo hasta arriba haciendo difícil que lo alcanze.

A veces odio que sea tan alto.

—No... —se pone una mano en la barbilla fingiendo pensar mientras yo sigo saltando como rana.

—Harry, no seas malo —digo quejica.

—De todos modos lo sabré —camina de espaldas hasta llegar hasta mi escritorio aún con la mano alzada y con una mirada de burla dibujada en su rostro.

Maldigo el momento en el que nos dijeron que debemos descargar la aplicación del instituto. En vez de entregarnos los exámenes con la nota dibujada en ella, ahora nos lo anunciarán por Internet.

En el momento en el que sigo batallando ridículamente para quitarle mi celular a Harry, veo que su rostro cambia automáticamente. De sorprendido mientras mira la pantalla y preocupado cuando me mira a mí.