Capítulo 22

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Lucas.

—¡Luisa! —llamo a la chacha por milésima vez. Llevo ya un buen tiempo gritandole a esta chica y nada de aparecer. Como si se la hubiera tragado la tierra.

Salgo de mi habitación y voy a buscarla. Escucho murmullos desde la cocina y me dirijo hacía alla encontrandomela hablando por teléfono.

—Mi amor, no te preocupes la próxima semana estaré libre y podrás verme —dice —Sí, yo también te extraño un montón. No te imaginas cuanto Chris.

Claro, Por eso eso no contestaba. Deja su trabajo para hablarle a su novio con nombre gay.

Me acerco a ella que esta de espalda y arranco el celular de su mano. Ella se gira al instante y se queda viéndome con sorpresa.

—¡Aquí se te paga Para trabajar, no para hablar con tus novios! —grito.

—No estaba...

—Llevo casi una hora llamandote y no escuchas porque estas demasiado entretenida. Todavía me pregunto ¿Qué vio papá en ti para contratarte?

—Lo siento. No volverá a ocurrir otra vez. ¿Qué necesita?

—No importa, ya no necesito nada.

—¿Puede regresarme el celular? Por favor.

—Sí, claro —miro el celular en mis manos y sin pensarlo lo suelto en el lavaplatos que está lleno de agua —Ahí está tu celular.

Ella entra la mano deprisa y lo saca, lo presiona varias veces, pero el celular no enciende. Se ha ahogado.

—No funciona, está dañado —susurra y un par de lágrimas se deslizan por sus mejillas.

No puedo creer que está llorando por un celular tan insignificante como ese.

—Está prohibido utilizar celulares en horarios de trabajo.

Más lágrimas se deslizan por su rostro y sale de la cocina corriendo.
Por un momento siento un poco de lástima por ella.

No, no puedo sentir lástima, no soy de los que siente lástima y pena por los demás, porque nadie jamás la ha sentido por mi.
No puedo ser bueno, cuando nadie lo ha sido conmigo.
Además he hecho cosas peores que esta ¿Por qué debería sentirme culpable?

Abro el refrigerador, tomo una soda y subo a mi habitación.

Horas después.

—¡Lucas abre la puerta en este instante! —escucho la voz de papá.

—Ya basta papá, ¿Piensas derrumbar la puerta? —abro deprisa.

Papá entra y me mira furioso. Hace tiempo que no veía esa mirada en él.

—¿Por qué echaste el celular de Mónica al agua?

¿Por qué no lo pensé antes? Era obvio que le iría con el chisme a papá.
Su defensor.

—¿Ella te dijo que yo lo hice?

—Sí, dice que la encontraste hablando por el teléfono y se lo tiraste al agua.

—La estaba llamando, la necesitaba y no escuchó por estar hablando con su novio.

—¡Ese no es motivo para que le hayas hecho eso a su celular!

—¡Creí que los empleados no utilizaban celulares en sus horarios de trabajo!

—¡Las reglas en esta casa las pongo yo, no tú Lucas! —está gritandome —¡Y si le permito utilizar su celular, tú no tienes porque prohibirselo y menos dañarselo!

Tú, eres mi perdición #PGP2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora