Capítulo 23

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Lucas.

—Lucas necesito pedirte un favor —papá entra a mi habitación.

—Estoy ocupado papá —contesto.

—Ya no lo estás —me cierra la laptop.

Me siento sobre la cama y lo miro —Está bien ¿Qué quieres?

—Hace rato Mónica debió de haber llegado de la Universidad y no lo ha hecho, talvez no ha podido salir con el mal tiempo que hay y gracias a ti no puedo comunicarme con ella.

—Le compré un celular.

—Sí, el cual también destruiste.

—Porque ella no lo quiso.

—Quiero que vayas por ella a la Universidad.

—¿Qué? —exclamo.

—Ve por Mónica a la Universidad.

—¿Por qué tengo que hacerlo yo? ¿Acaso tú no puedes hacerlo?

—Lucas, yo estoy ocupado y tú no estás haciendo nada. Así que vete por ella, si no quieres que cambié de opinión sobre lo que dije que haría el dia que dañaste el teléfono de Mónica.

Me levanto, busco una sudadera en mi closet y me la pongo.

—Lo que tú digas papá. Iré por la chacha a la Universidad.

Me da la dirección —Cuidate Lucas, conduce con cuidado.

—Sí papá —bajo a buscar las llaves de mi auto, luego me marcho debajo del terrible aguacero que hay afuera.

<Ahora tengo que convertirme en el chofer de ella. ¿Qué será lo próximo que me pedirá papá después de esto?>.

En el camino, se me ocurre una muy buena idea con la cual podre vengarme de ella.

Conduzco hacía la dirección que me dio papá y apenas llevo unas cuadras cuando logro verla. Viene caminando debajo de la enorme lluvia.

Acerco el auto a ella haciendo amago de atropellarla, ella se detiene rápidamente soltando un grito.

Bajo la ventanilla del auto y la miro. Está empapada completamente. Su ropa, su cabello, está hecha un desastre.

—¿Necesitas un aventon?

Ella permanece en silencio.

—Podría darte un aventon, pero no quiero que vayas a arruinar mi auto con la fachada que traes.

Sus labios no paran de temblar. Está helandose.

—Deberías de seguir caminando a casa o podrías tomar un taxi, porque papá está preocupado por ti —empiezo a subir la ventanilla del auto —Adios —le doy una sonrisa, luego piso el acelerador y me marcho, no sin antes salpicarla con más agua.

Veo la cara que pone a través del retrovisor y río.

No puedo darle un aventon porque si lo hago, el plan de venganza que tengo terminará arruinado. Ya le inventaré cualquier cosa a papá cuando llegue a casa luego.

Paso a comprar algo por una veterinaria a comprar algo que necesito, después regreso a casa. Papá está esperandome de pie en la entrada.

Llevo el auto a la marquesina y cuando entro a casa papá no deja de mirar a todos lados, supongo que la busca a ella.

—¿Y Mónica, dónde está, por qué no entra? —pregunta.

—No la encontré.

—¿Cómo que no la encontraste?

Tú, eres mi perdición #PGP2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora