Capítulo 51.

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Lucas.

Me dirijo hacia el baño para tomar una ducha, entonces escucho varios golpes en la puerta y me vuelvo para ir a abrirla.

Probablemente se trate de Edward, quien se acaba de ir hace unos minutos y quizás regresó de nuevo por algo.

Antes de abrir me detengo un momento y ajusto la toalla a mis caderas, luego giro el cerrojo y abro.

Me equivoqué completamente. No se trata de Edward, es esa chica otra vez.

—Hola —saluda tímidamente.

Me quedo callado y no contesto a su saludo. Ella hace algo totalmente inesperado. Pasa adelante sin esperar a que yo se lo pida.

—Como que se te está volviendo costumbre venir aquí, ¿eh?

Ha estado viniendo aquí todos los días desde las últimas dos semanas. Me estoy empezando a sentir acosado por esta chica.

Se está volviendo muy confiada y piensa que ya somos amigos, por el simple hecho de que me desahogué  con ella en un momento de debilidad y terminé contándole cosas sobre mi vida.

—¿Qué te dije la última vez que viniste?

—Yo...

—¿Qué te dije? —vuelvo a preguntar.

—Me pidió que no volviera.

—¿Entonces qué haces aquí, es qué no tienes nada que hacer en tu trabajo?

—Sí, pero saqué un tiempo para traerle esto —levanta una bolsa que hay en su mano y me la ofrece.

Sé bien cual es su contenido.
Todos los días me ha estado trayendo comida.

—Dije que no volvieras aquí y que ya no trajeras nada más.
Voy a tirar esta comida como he tirado todas las otras.

Solo espero a que las deje y se marche y me las termino comiendo. No es cierto que las tiro.

—Si me disculpas, iré a tomar un baño y espero a que cuando salga tú ya te hayas marchado y te lleves lo que has traído por favor —me doy la vuelta y me dirijo al baño —estoy tratando lo más posible de ser amable con ella y no sacarla a la fuerza.

Me tomo una muy larga ducha, durante unos largos minutos y luego voy a la habitación para llevarme la más grande sorpresa.

Ella aún sigue aquí y el gran problema no es ese, sino que se encuentra en mi habitación y está tocando mis cosas.

—¿Qué carajos haces aquí todavía y quién te dio orden de entrar aquí? —se da la vuelta y clavo mi mirada furiosa en ella y la noto ponerse nerviosa al instante.

—Estaba..., quise..., ordenaba sus cosas —finaliza.

Observo la habitación. Si que luce muy distinta a como la dejé. La cama está bien hecha y ya no hay ropas ni objetos esparcidos por el suelo.

—No te lo pedí.

—Lo sé

—Vete —me acerco a ella.

¿Por qué demonios deja que la trate de este modo? Se está dejando humillar.

—Le he dejado la comida.

—Puedes llevartela y aún sigo esperando a que salgas.

Sé queda de pie y no se mueve fuera de mi habitación, entonces hago lo primero y lo más descabellado que se me ocurre.

Con cada mano tomo uno de los bordes de la toalla, la aparto de mis caderas y la dejo caer al suelo quedando como fui traído al mundo frente a ella.

Tú, eres mi perdición #PGP2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora