Capítulo 40.

3.5K 466 602
                                    

Mónica.


—¡Wao! —exclamo muy asombrada al entrar al lugar al que Axel me ha traído a cenar. No tengo palabras para describir lo perfecto que es el restaurante.

Creí que sería una cena normal en un lugar sencillo como había dicho, pero yo no le podría llamar sencillo a nada de este lugar. Es demasiado elegante y sofisticado, como esos restaurantes en los que van solo personas adineradas.

—¿Te gusta? —lo escucho preguntar cuando un hombre nos acompaña a una mesa y tomamos asiento.

Vuelvo la mirada hacia él y paro de ver el restaurante por un momento —No me gusta. Me fascina —creo que es lo único que se me ocurre decir.

Axel sonríe orgulloso —Genial. Quería impresionarte.

Me habría impresionado incluso llevandome a una cafetería, solo para tomarnos un café o cualquier otra cosa; porque nadie nunca me ha invitado a salir en mucho tiempo, y menos un chico. Creo que les causo miedo o algo por el estilo.

-—Y me has impresionado Axel. —contesto —Está todo muy hermoso.

—Nada en esta noche está más hermoso que la chica que me acompaña.

Bajo el rostro medio avergonzada por su comentario —Gracias.

—No agradezcas, es la verdad.

No sé que hubiera sido de mi si Anabel no me regala este hermoso vestido. Es rosa pálido con encaje en los bordes de abajo, sin mangas y cae justo sobre mis rodillas. Se me ajusta tanto al cuerpo, que hace que parezca tener curvas cuando sé que no las tengo.

Anabel lo había comprado y guardado para una ocasión muy especial, pero me lo regaló, porque según ella ya no habrán ocasiones especiales para ella y no saldrá jamás con ningún chico, aunque no lo creo.

Axel tampoco se ve nada mal con su camisa negra y sus jeans. Luce muy elegante vestido así y con su lindo cabello rubio peinado hacia atrás.

—Buenas noches —un camarero se acerca a nosotros.

—Buenas noches —contestamos.

—Les he traído sus cartas para cuando deseen ordenar —coloca dos cartas sobre la mesa.

—Gracias.

—Si necesitan cualquier cosa, solo me lo hacen saber —el camarero tiene apariencia de unos 40 años y parece ser una persona muy simpática, aunque supongo que así deben actuar todos los camareros para conservar sus trabajos.

—De acuerdo, nosotros le avisamos —dice Axel y el hombre se aleja.

Tomo mi carta y comienzo a leer todo lo que incluye. Hay muchos platos que ya llegué a probar antes, pero la mayoría me son desconocidos, tanto sus nombres como ellos.

Axel hace lo mismo que yo y también empieza a ver su carta —¿Ordenamos? —pregunta —Aunque si quieres podemos pedir algo de entrada antes. Alguna bebida, talvez.

—Está bien, si es lo que quieres.

—Esta noche no se trata de lo que yo quiera; sino de ti, ¿Quieres que pida una botella? —sus hermosos ojos azules fulminan los míos.

—Sí, está bien —contesto.

Gira el rostro hacia una esquina y con las manos le hace una señal al camarero que nos atendió antes para que se acerque.

—¿Se les ofrece algo? —el camarero regresa.

—Sí, ¿Podría traernos una botella del mejor vino que tengan aquí?, por favor —abro los ojos sorprendida.

Tú, eres mi perdición #PGP2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora