Capítulo 28.

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Mónica.

Termino de ponerme mi ropa de dormir y me acuesto a descansar, a los pocos minutos escucho un fuerte grito que me sobresalta, espero un momento para averiguar de donde ha venido el grito.

Es él otra vez, grita muy fuerte, sin cesar. No me queda otra opción que levantarme e ir con él para ver que sucede.

Salgo de la habitación y me dirijo a la suya —Joven - toco varias veces la puerta, pero él sigue gritando y no contesta. Los gritos se detienen de pronto —Joven - él permanece callado.

Abro la puerta, entro a la habitación y enciendo la luz. Lo que ven mis ojos me dejan en un completo asombro. Él está sentado sobre la cama, mientras se abraza a sus rodillas y un montón de lágrimas se deslizan por su rostro.
Creí que solo los humanos poseían la capacidad de llorar.

Él murmura algo, pero no consigo escuchar lo que dice. Me acerco a su lado.

—¿Se encuentra bien joven? - lo miro al rostro. Sus hermosos ojos verdes están llenos de miedo y dolor.

—¿Por qué, por qué sigues en mi mente y no te vas? Ya deja de atormentarme, sabes que jamás fue mi intención que pasara esto - llora.

¿Puedo saber de qué está hablando? No estoy entendiendo nada. ¿A quién le pide que deje de atormentarlo? No creo que sea a mi.

—Joven, fue solo una pesadilla - digo.

—No, no fue solo una pesadilla. Quisiera que lo fuera, pero no lo es.

No se que hacer en una situación como esta, soy pésima consolando y no tengo idea de lo que le está pasando.

—Es así cada noche, nunca me deja en paz - llora como un niño, me da tanta lástima —Quiero que ya salga de mi cabeza.

Hago lo primero que se me ocurre, me acerco más a él y rodeo su cuello con mis brazos.
Él permanece quieto y noto como se rinde al abrazo.

—Todo está bien - hablo —Ha tenido una pesadilla y solo está imaginando cosas que no son reales.

—Esto es real. Es demasiado real.

—Ya no piense más en ello, mientras más lo haga se sentirá peor. ¿Qué tal si mejor vuelve a acostarse e intenta descansar - me separo del abrazo para mirarlo a la cara —¿Si? - con mis pulgares aparto algunas lágrimas que se deslizan por sus mejillas.

—Quédate - murmura.

—No voy a irme - no creo ser capaz de irme y dejarlo así —Me quedaré hasta que usted se sienta mejor. Acuestese, ¿Si? - él asiente con la cabeza y vuelve a recostarse.

—Ven - me llama y sin vacilar voy a la cama con él.

Ya no estoy igual de asustada que la primera vez que dormí con él.
En ese entonces no tenía claro quien era él en realidad, hasta ahora.
Este chico malo solo es una máscara tras la cual él se esconde para no mostrar quién es en verdad. Un chico sensible que sufre, llora y tiene sentimientos como todas las personas.

—Duerma. Buenas noches - me giro dándole la espalda.

—¿Contarás los minutos y te irás en cuanto me quede dormido?

¿Contar los minutos hasta que se quede dormido? ¿Por qué ha dicho eso? Espera - caigo en la cuenta.
Eso fue lo que hice la primera vez que me pidió que me quedara a dormir.
Conté los minutos hasta que él se durmiera y yo pudiera irme, pero no lo logré.
¿Cómo lo supo, lo habré dicho en voz alta y no en mis pensamientos? Algo muy típico de mi.

—No, no lo voy a hacer. No se preocupe.

—Eso espero - se gira y también me da la espalda.

Cierro los ojos y me rindo al sueño. Esta cama es tan suave y acogedora y las sabanas huelen increíblemente ricas.

Narra Lucas.

Siempre he tenido estas pesadillas, pero se detuvieron por un tiempo y ahora han vuelto frecuentemente, reviviendo mi pasado. Este mal recuerdo me atormenta cada día y noche sin dejarme en paz.

Dios sabe que si hubiese podido detener lo que sucedió ese día lo habría hecho, hice todo lo que estaba en mis manos y de nada sirvió. Las personas solo me juzgan y me culpan y acepto que en parte fue mi culpa lo que pasó, pero yo tambien lo sufrí y aún lo sigo haciendo.

Algo así jamás será fácil de olvidar, cada detalle y su voz siguen en mi mente como si hubiese sido hoy y no hace seis años.

—Mmm - escucho un pequeño gemido que interrumpe mis pensamientos y me giro para observar a la chacha profundamente dormida.

Se abraza a la almohada y hunde la nariz en ella como si estuviera aspirando su olor *¿Con qué te gusta oler mi almohada?* - pienso y sonrio mientras la observo.

Nunca antes había compartido mi cama con ninguna chica, jamás me quedaba a dormir con ellas, ni ellas conmigo, pero ya he dormido con esta chica dos veces y no me explico porque razón, pero me gusta, me siento bien cuando está aquí y no me da miedo volver a tener pesadillas, nisiquiera las vuelvo a tener cuando ella está aquí a mi lado.

Narra Mónica.

Me estiro sobre la cama y abro los ojos lentamente por la luz que se filtra a través de ellos. Miro a los lados de la cama y no veo al joven Lucas en ningún lugar.

Aprovecho que no está para levantarme y marcharme, entonces lo veo salir del baño, cubierto con una toalla de las caderas hacia abajo. Mis ojos van directamente a esa magnífica V que hay bajo su abdomen, luego a su musculoso y tatuado pecho. Él es tan... ¿Sexy? No, sexy no es la palabra correcta para describirlo. Este chico es perfecto.

—¿Aún sigues aquí? - pregunta.

—Eh... ya me iba - bajo de la cama.

—Hey - me habla y me detengo

—¿Si?

—Ni una sola palabra de esto a nadie - pasa la mano por su cabello mojado —Nisiquiera a papá. ¿Entendido?

Claro, era de esperar que le avergonzaba que alguien pudiera enterarse que una empleada durmió en la misma cama que él.

—No se preocupe. Nadie sabrá nada de esto.

—Se que las chicas son muy chismosas y no son capaces de callarse nada.

—Yo no soy así joven, no voy a contar nada.

—Ya puedes irte - me retiro de la habitación y como siempre a él se le hace tan difícil decir un simple gracias.

Tú, eres mi perdición #PGP2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora