Capítulo 42.

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Mónica.

Días después...

Ha llegado el final de mis días libres y el final de mi felicidad.

Hoy estoy de vuelta al trabajo una vez  más. De vuelta al lugar que dejó de ser agradable en cuanto apareció una persona que lo cambió todo. Ya es imposible sentirme bien y a gusto en este trabajo como antes.

Abro la puerta de la entrada y quedo totalmente sorprendida al encontrarme con algo diferente a lo que estaba acostumbrada.

Es la primera vez, desde que este chico llegó a casa de su padre que vengo al trabajo y no me recibe un enorme desastre como: vasos desechables, latas y botellas de cervezas..., talvez esta vez no tuvo tiempo de organizar sus famosas fiestas.

Subo las escaleras hacia mi habitación para cambiarme y empezar a trabajar. Mientras voy caminando me sorprendo mucho más al encontrar todos los pasillos en perfecto orden y nada fuera de lugar.

Me acerco a la puerta de mi habitación para abrir, entonces comienzo a escuchar unos pasos aproximarse y me detengo.

—Hola —no tengo que darme la vuelta para saber a quien le pertenece esa voz y sé que en este momento se encuentra justo detrás de mí.

Giro el pomo abriendo la puerta y entro rápido a la habitación encerrandome. Varios segundos después oigo sus pasos por las escaleras, confirmandome el que se ha marchado.

Consigo ponerme el uniforme y después de unos minutos caigo en la cuenta de lo que acaba de pasar hace un momento.

Él me ha dicho ¡Hola!. Me ha saludado y yo como una tonta solo decidí encerrarme en mi habitación.
Normalmente yo sería quien lo saludara a él, no él a mi. ¿Estaré segura de que se trataba de él y no lo confundí? O a lo mejor está haciendo eso para buscar una manera de volver a molestarme y no se lo permitiré de nuevo.

****

—¿Qué es este olor?, ¿Qué se está quemando? —bajo corriendo las escaleras cuando el olor de algo calcinandose llega a mi nariz.

Entro a la cocina, que es de donde proviene el olor allí me encuentro con él, que está de pie frente a la estufa mientras lucha por apagar todas las hornillas.

Deprisa me acerco al tanque de gas cerrandolo y el fuego cesa al instante.

Miro sobre la estufa y veo dentro de la quemada sarten algo que parecía ser carne, porque ya se echó a perder.

Muy furioso, él maldice varias veces, mientras se mueve en la cocina y se pasa la mano por el pelo.

Coloco uno de los guantes de cocina en mi mano y tomo la sarten para tirar la carne.

—Deberías dejar eso —se acerca y toma la sarten de mi mano dejándola en su mismo lugar. Noto que ya no trae puesta la escayola en el brazo. ¿Creí que el doctor había dicho que debía usarla por tres semanas y faltan algunos días para las tres semanas —No querrás que papá se enoje contigo por esto. Recuerda que ya no trabajas para mi —parece molesto, pero con el tono que lo dice no suena molesto.

Es cierto, él tiene razón. Yo nisiquiera debería de estar aquí, pero sino acudía en su ayuda, él terminaría provocando un incendio.

Me quito el guante y lo coloco donde estaba.

—He estado ordenando pizza, comiendo sándwiches, hamburguesas y picaderas en estos días. Tal vez no muera si continuo haciéndolo.

¿Pizza, hamburguesas, picaderas...?, ¿Quién puede ser capaz de comer solo eso por tantos días?
¿Será que de verdad él es incapaz de cocinar nada o solo se está haciendo?

Tú, eres mi perdición #PGP2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora