Capítulo 60

2.7K 341 285
                                    


—Mónica —la voz y los toques de Anabel no cesan detrás de la puerta.
Ignorandola por completo me acurruco en mi cama cubriendo mi cabeza con la sábana y lloro —Mónica por favor abre la puerta —se oye más calmada que antes —Hermosa, siento mucho lo de hace rato. Sabes que sólo estoy preocupada por ti y... —sorbe su nariz, está llorando —A veces suelo exagerar un poco.

Nada de "A veces suelo exagerar un poco".
Es algo que hace siempre.

—Por favor abre, tenemos que hablar.

¿Ahora si quiere hablar? ¿Después de que lo arruinó todo y no quiso escucharme?

—Mónica

—¡Déjame! —grito —vete, no quiero hablar contigo —es la primera vez que le  levanto la voz de esta manera.

—De verdad, lo siento mucho —solloza —Yo, no quise decir todas esas cosas.

—¡Pero las dijiste y ya es tarde para remediarlo! Ahora déjame por favor.

—De acuerdo, te dejaré en este momento porque comprendo que estés enojada, pero prometeme que mañana hablaremos sobre ello.

No contesto. La verdad es que no quiero tocar este tema con ella, porque al contarle lo que realmente sucedió va a enojarse de todos modos. Cuando sepa que estuve con el chico que tantas cosas malas me ha hecho y muchas de ellas se las he contado a ella, por lo que ella lo odia a morir sin siquiera conocerlo.

—Hablaremos de esto mañana Mónica, ¿Escuchaste?

—Bien —me rindo. No quiero discutir más con ella.

Al día siguiente intento evadirla, pero no lo logro y terminamos reconciliandonos antes de marcharme al trabajo. Le conté la verdad sobre un amigo estando enfermo y yo quedandome un momento con él, el motivo por el cual traía su camiseta, sólo que exceptuando algunos detalles y el nombre de ese amigo.

Después del trabajo y la Universidad cumplí con mi promesa de ir a visitarlo. Mejoró más pronto de lo que pensé porque cuando llegué, Daniela me contó que lo vio salir desde muy temprano y que no había regresado. Eso me alegró mucho, aunque sabía lo que venía a su mejoría.
Ya no volvería a ser lindo conmigo nunca más.

Lucas.

—¿Seguro que te encuentras bien? —pregunta como por décima vez la chica cuyo nombre ya no recuerdo.

Ha estado invadiendo mi departamento desde ayer; haciendome una y otra vez la misma pregunta. No comprendo que hace aquí, ni siquiera la conozco y estoy seguro que no es una chica con la que tuve algún ligue. Quizás siempre olvide sus nombres, pero nunca sus rostros.

—Sí niña, ya te dije que estoy bien —me dejo caer sobre el pequeño sofá. Me muero por echar una siesta, pero esta chica me lo impide.

Viene hacia mí y lleva una mano a mi cuello, luego a mi frente.
Pero que atrevida es.

—Genial, ya no hay rastros de fiebre —sonríe y apreció unas lindas pecas sobre sus pómulos.

Emi... mi hermana tenía sólo unas cuantas sobre la nariz y las hacían verse más hermosa de lo que ya era.

—Y mi nombre es Daniela, no niña —se sienta en el mismo lugar que yo.

Esto era lo que faltaba.

—Sí, como sea —le resto importancia —¿Quién eres?

—Soy una nueva inquilina. Somos algo así como vecinos aunque yo estoy viviendo en el primer piso —recoje su cabello y lo ata en una pequeña coleta baja que cae sobre su hombro. Su cabello es muy corto.

Tú, eres mi perdición #PGP2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora