Capítulo 38.

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Lucas.


¡Maldita sea!, ¿Qué diablos le hice?, ¿Qué dije para que saliera corriendo de ese modo?

Ahora grita como loca. Sus sollozos se escuchan por toda la casa.

Tomo ropa, me visto y salgo. Me paro frente a la puerta de su habitación, lo dudo un momento y decido no entrar.

Bajo a la sala y como si este día podría ponerse peor de lo que está, veo entrar a papá en la sala.

—Hola papá.

Me mira con sorpresa —Hola hijo, ¿Todo bien, Lucas?

—Sí papá. Llegas temprano hoy.

—Había poco que hacer hoy en la empresa y... —pausa —Espera, ¿Y esos sollozos?, ¿Quién llora?.

—Nadie papá.

—¿Cómo que nadie Lucas?, ¿Qué no escuchas esos gritos?, Se oyen como... ¿Mónica? —sube corriendo las escaleras.

Oh mierda!, ¿Qué no era ya suficiente con el problema que tuve con mis amigos?>

Subo las escaleras detrás de papá.
Él entra a la habitación de ella y lo escucho preguntarle varias veces que le ocurre, pero ella solo llora.

<Pero..., ¿Qué rayos le hice?.

Después de estar varios minutos allí dentro y no conseguir ni una palabra de parte de ella. Papá sale de la habitación y me taladra con la mirada.

—¿Qué? —pregunto.

—¿Qué le hiciste?.

—No le hice nada, papá.

—¿¡Qué demonios le hiciste!?, no me hagas repetir la pregunta una vez más.

Por la mirada que me da en este momento, sino contesto juro que va a matarme.

—Papá, estaba dentro de mi habitación sin mi autorización. Cuando ya le he dicho un millón de veces que no me gusta.

—¿Y tú amablemente le pediste que saliera, verdad?.

—Solo le pregunté sino sabía como tocar una puerta y si sus padres no le habían enseñado modales?, pero te juro que no le hice nada.

—¿Por qué, por qué le has dicho eso?  —grita.

—No le dije nada malo.

—Lucas, ella perdió a sus padres muy joven y tus palabras la han lastimado.

<Oh vaya, esto no lo sabía. Si lo supiera nunca le habría dicho esas palabras>.

Lo siento mucho papá.

—Es a ella a quien le debes las disculpas Lucas, no a mi. Entra allí ahora mismo y pídele perdón.

—¿Qué? <Yo no pido disculpas y papá lo sabe>.

Ya me escuchaste Lucas. Ve a pedirle perdón a Mónica.

No quiero más discusiones, ni más problemas, así que hago lo que me pide papá. —De acuerdo.

Camino hacia su habitación y papá se queda viéndome hasta que entro.

Lo que ven mis ojos hace que un fuerte nudo se forme contra mi pecho, provocandome una extraña sensación.

Ella se encuentra sentada en el suelo, con el rostro entre sus piernas, mientras solloza sin parar.
Mi mente retrocede hace seis años atrás, cuando yo también me vi en una terrible situación como esta. El solo recordarlo duele.

Me acerco a ella y bajo a su lado.

—Ey, oye... yo... lo siento —esto es tan incómodo para mi.

Ella me escucha, pero no me mira. Solo continúa llorando.

Con mi mano buena, levanto su cabeza de entre sus piernas y la tomo por la barbilla para mirarla a la cara. Su rostro está muy rojo e inundado de lágrimas.

—¿Me oyes?, Lo siento. Perdona lo que te dije. Yo no sabía nada de eso, de tus padres. —como puedo la atraigo a mi y coloco su cabeza contra mi pecho —Lo siento mucho. —paso mi mano por su cabello.

—Mamá..., Papá... —susurra entre sollozos y algo que no sabía que existía dentro de mi, se rompe en mil pedazos cuando la escucho hablar.

Yo también recuerdo esos días y noches que estuve gritando el nombre de... ella, una y otra vez, encerrado en mi habitación, hasta que papá tenía que venir a tranquilizarme, al menos por unos minutos.

—Los extraño tanto... — solloza una vez más.

—Nunca dije eso con la intención de lastimarte. De verdad, lo lamento —Sino trajera puesta esta escayola la habría estrechado más fuerte contra mi, pero solo puedo usar un brazo.

Paso la mano varias veces por su cabello y su llanto comienza a cesar poco a poco.

He hecho muchas cosas hirientes en este mundo. Demasiadas, pero ninguna me había pesado tanto como esta.

—¿Puedo hacer algo para arreglar esto? —pregunto cuando sus sollozos paran completamente, ahora solo respira agitadamente y llora en silencio.

Escucho la puerta abrirse, levanto el rostro y veo a papá entrar. Ahora se le ve más molesto.

—Ven, déjala —baja a nuestro lado y la separa de mi. La ayuda a levantarse del suelo y la abraza. Ella entierra su rostro entre su cuello y llora. —Shh... ya, tranquila Mónica. —acaricia su pelo.
—Eres el menos indicado para lastimarla de este modo Lucas, ¿Lo sabías?

—Ya le pedí perdón papá —me levanto.

—Esto que veo aquí no es mi hijo, es un monstruo y yo no crié un monstruo. —me mira.

—¿Qué quieres?, ¡Ya hice lo que me pediste, le pedí disculpas!

—Te desconozco completamente Lucas, ya no se en que te has convertido, ¿Dónde está mi hijo, dónde está ese chico incapaz siquiera de herir a un pobre animalito, porque se echaba a llorar, el chico que defendía a todos a su alrededor sin permitir que nada ni nadie los lastimara, ese mismo chico que me prometió que nunca cambiaría y que siempre sería el mejor hijo del mundo —miro su rostro y veo lágrimas salir de sus ojos —¡Dime!, ¿Dónde se ha ido?, Porque yo quiero recuperarlo.

Nunca quise lastimar a papá, jamás pensé que esto podría tener esa reacción en él.

—Ese chico murió hace seis años papá. —salgo de la habitación, cerrando la puerta detrás de mi. Siento los ojos vidriosos y sé que por más que intente no podré retener las lágrimas.

Así que las dejo salir, y lloro. Lloro como nunca, lloro como un niño herido, lloro porque odio mi vida, lloro porque odio la persona en la que me he convertido, lloro porque ya no soy capaz de sentir, lloro porque he decepcionado a papá un montón de veces y aún así él me ha perdonado.

Lloro porque lastimo a todos los que solo quieren lo mejor para mi y a quienes no merecen ser lastimados, pero este soy yo y ya jamás podré cambiar.

Tú, eres mi perdición #PGP2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora