Capítulo 55.

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Lucas.

—No puedo creer que esté haciendo esto —digo molesto.

A veces me pueden parecer increíbles las cosas que pueden llegar a hacer algunas personas por necesidad, pero nunca en la vida iba a imaginar que yo podía ser una de esas personas.

Todo sea por mi tarjeta —me repito cada vez que algo me quiere obligar a echarme para atrás.

Llevo casi más de una hora dando vueltas de un lugar a otro en esta vecindad y no logro dar con mi objetivo. Este es el lugar que indica la dirección que me dio, pero ella está desaparecida. Me estoy empezando a desesperar.

¿Y si ella me engañó?

¿Si me ha dado una dirección equivocada?

No la creo capaz de algo así.
Aunque está el hecho de que ha estado ignorando mis mensajes desde ayer, algo que tampoco imaginé de ella. Por lo que me podría esperar cualquier cosa suya.

Me acerco a una mujer que viene caminando con un niño tomado de la mano.

—Buenas tardes —saludo a la mujer. Ella junto al niño que intuyo es su hijo por el gran parecido se giran para verme.

—Buenas tardes —contesta ella —Max ve adentro, ya voy contigo —dice al niño.

—Sí mami —el niño me da una mirada rara antes de irse.

—¿Puedo ayudarte en algo?

—Es que, busco a una persona. Este ha sido el lugar al que me envió, pero no consigo encontrarla.

—Espero poder ayudarte —la mujer me recorre con la mirada y hace ciertos gestos que presiento se trata de un coqueteo.

Ni siquiera debería de estarme haciendome esos ojitos, cuando estoy más que seguro que es una mujer casada. Tal vez no lo pensaría si no estuviera viendo el anillo que adorna su dedo anular.

—Yo también —digo.

—¿Quién es?

—Su nombre es Mónica —o eso creo.

—Mónica —repite y la veo pensar —Sí hay una chica con ese nombre aquí, pero no creo que sea a quien buscas, ¿Podrías describirla?

Hago memoria de las cualidades que recuerdo.

Ella, ella es una chica... caliente.
Su cuerpo es una obra artística con la cual se puede fantasear bastante, sus pechos son... y su trasero es... Joder, la perdición de cualquier hombre.

Oh mierda, controla tus pensamientos antes de que vayas a tener una vergonzosa erección.

—Oye —la mujer me trae de nuevo a la realidad —¿Me la describes?

—Es... —memorizo, tratando de recordar sus cualidades, esas que no sólo tengan que ver con sus pechos y trasero. —Es una chica de estatura media, delgada sólo un poco, su piel es blanca, cabello ondulado castaño y ojos cafés. Es muy joven, podría decirse que tiene unos diecisiete o dieciocho años, algo así.

—Oh claro, ya sé de quien se trata.

Al fin alguien que la conoce.

—Pues, es la única Mónica que vive aquí. Verdaderamente que nunca imaginaría ver a alguien como tú por estos lugares y menos buscándola a ella.

¿Cuál es el problema en que alguien como yo la esté buscando a ella?

—¿Podrías decirme donde vive? Por favor.

—¿Qué son ustedes?

No un interrogatorio, no ahora.

—Amigos, sólo amigos —le aclaro para que no vaya a pensar algo más.

Tú, eres mi perdición #PGP2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora