Ella

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30 de Diciembre 2016
New York

Camila

Vivir aquí sería increíble me dije mentalmente. Caminar por esas calles y encontrar un montón de comida alrededor era increíble. Además mi amiga tenía una vista hermosa de ese enorme parque. Ahora que lo vivía, no me parecía una idea tan descabellada venir desde Miami hacía New York y quedarme aquí. Desaparecer de los pequeños problemas en casa.
Suspiré una vez más y me encaminé al parque como lo había hecho esa última semana. Dinah prometió estar junto a mi esta tarde, después de salir de su trabajo. Ella había venido a vivir aquí hace seis meses, me había abandonado, aunque su causa era realmente buena. Trabajar en una nueva editorial aquí en la ciudad era su sueño y quién era yo para impedirlo. Cómo su mejor amiga no tenía otra opción más que apoyarla en su locura.
Entré por fin a esa vida rápida de los transeúntes y tratando de no topar con nadie crucé la calle.
Miré la misma cafetería abierta y decidí tomar algo de ahí, tenía un olor encantador apenas pasaba por ahí, así que entré.
La señorita en el despachador me dió una amable sonrisa.

-¿Lo mismo que ayer? Preguntó. No sabía nada de ella más que su nombre que colgaba en su blusa, ella misma me había atendido en las tres ocasiones anteriores en las que llegué a comprar una café.
Asentí con la misma sonrisa. Mientras miré distraída a las mesas ocupadas alrededor, había muchos jóvenes y familias charlando cómodas. Sonreí, deseaba estar con alguien especial ahora, pero mi prometido Bill no había podido acompañarme, solo yo obtuve las dos semanas de descanso en el trabajo.
Además de todo, no había venido aquí y estar en los mejores términos con él, estaba enfadado y eso me hacía sentir triste, tenía toda la semana sin siquiera llamarme. No lo culpaba pero de todas formas me hacía falta.
Sonreí triste y la chica colocó el café frente a mi. Pagué y salí con el café en mano. Miré a ambos lados de la calle y seguí caminando al parque.
Estaba refrescando un poco y apreté mi abrigo hacía mi cuerpo. Miré a un par de amigas despidiéndose del otro lado. Las miré, parecían tan felices y relajadas, suponía que ese estado de felicidad era típico cuando el año estaba a punto de acabar. Era otro motivo para sentirme un poco alejada. Quería pasar ese día con Dinah pero también con otras personas que no tendría en la ciudad para mañana.
Me encogí de hombros y seguí mirando a las chicas mientras caminaba. Había una que llamaba mi atención de una forma especial. Con el leve viento su cabello negro se movía y ella luchaba por mantenerlo tras su oreja. Tenía piel blanca y cuándo dí otro paso alcancé a ver su cara por completo sin que sus amigas lo impidieran con su sombra. Me detuve de golpe sobre la acera y la miré por un​ tiempo indefinido. Era ella. Me dije. Era imposible dudar de eso. Iba a cruzar pero un enorme bus pasó al momento, la gente que cruzaba la calle chocó frente a mi. Me impidió seguir mirándola. Esperé algo atenta a que todos se apartaran pero cuando quedó la calle menos llena, ninguna de ellas estaba en el sitio. Observé a todas partes en su búsqueda pero casi 5 minutos después me dí por vencida. Debí haberla confundido. ¿Que tan probable era encontrarla? Sobre todo después de casi tres años. Negué sintiéndome tonta y caminé al lugar donde iba a encontrarme con Dinah, aunque la duda y esos ojos que bien recordaban rondaban en mi cabeza, como hace años no lo hacía.

Un día y medio después regresé a la misma esquina, aproveché que Dinah había salido a comprar un vestido para esa gran noche y con mi mejor excusa sobre un dolor de cabeza, me quedé en el departamento esperando el momento adecuado para salir y buscar a esa mujer que había estado en mis sueños una vez más la noche anterior.
Compré un rico café y esperé recargada en el muro de la calle, sobre la esquina, si no la confundí, en algún momento de la tarde debía pasar por ahí, quería que viviera cerca. Una hora después negué divertida y regrese al departamento dándome por vencida en su búsqueda una vez más. Daba igual. Ahora debía estar concentrada en algo más, según mi mejor amiga nos esperaba una increíble noche.

Las cosas habían salido demasiado bien para ser verdad, sus amigos en la ciudad nos invitaron a una cena de fin de año y pasada la media noche, despues de brindar y dar buenos deseos, ambas quisimos salir de la cena y llegar a algún lugar para bailar un poco. Pero todo fue un desastre cuando el taxi en el que viajamos frenó de golpe en un semáforo. Sentí que mi corazón se detenía y sentí la mano de mi amiga tensarse​ sobre mi pierna. El ruido invadió dentro del taxi y el conductor soltó una maldición. Un fuerte golpe y sacudida hicieron que mi cuerpo chocará contra la puerta de mi lado, se despertó un terrible dolor en la mitad  de mi cuerpo, solo pude buscar con la mirada asustada a Dinah antes de desmayarme.

Novia fugitiva Donde viven las historias. Descúbrelo ahora