Lagrimas

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3 de Julio
Lauren

New York

Después del desayuno más silencioso de la historia, decidí que era todo lo que podía hacer por ella ahora. Dinah por supuesto me miró mal. Camila había terminado de comer y me miró por un largo tiempo yo intenté soportar su mirada.

-¿Que haces realmente aquí Lauren?
Me dejó callada, sus palabras salían con un tono que jamás había conocido, como buscando la respuesta a un todo. En general no tenía ni mierda de idea de que hacía allí, simplemente mi corazón me dictaba estar con ella ahora. Me dolía verla pasar esto sola.

-Yo...

-No digas nada. Respondió antes de que yo dijera algo. Dinah solo nos miraba del otro lado de la mesa, sin saber de que forma intervenir.

-Cam...

-No estés aquí por lastima y de verdad no entiendo como puedes perdonar que yo jugara contigo, que eligiera a el ante todo y aparte jugará con tus sentimientos, Lauren... el hecho de que yo perdiera de pronto no quiere decir que quiera estar contigo.

Silencio. Había peor sensación que escuchar a la chica que quieres decir algo mas hiriente, lo dudo.
Dinah intentó hacer algo por mi pero no bastó.
Ella no podía detenerse de decir tanta mierda.

-Estoy así por perder la oportunidad de estar con el y con mi bebé, entiéndelo.
Aunque fuera mentira todo eso me lastimaba de la peor forma. Suspiré profundo y con enfado total tomé lo que traía y salí de ese lugar. En principio tuve problema para separar la silla de la mesa, mis manos sudaban y no sabía como contenerme de lanzar algo al piso o enfrentar a Camila con algo más hiriente, que sentido tenía decir algo qué finalmente terminaría separando más a ambas. Miré a Dinah por segundos y también tenia la misma mirada. ¿Que podía hacer para que me quedara? Sobre todo después de esto. Mi corazón latía muy fuerte y creí ver todo de color rojo. Dios. La peor sensación, necesidad de decir un montón de cosas pero tener que callar.
Azote la puerta al salir y metros después una lágrima brotó sin poder evitarlo.

Camila

-¿Estas loca?
Me preguntó mi mejor amiga enfadada. Lauren había salido minutos antes con la cara de pena. No me dolía, es decir nada me podía doler más.
-Hasta yo la pensaría en dejarte aquí sola.

No esperaba algo más. Caminé rápidamente hasta la habitación. Bloqueando la puerta y espere que nadie atreviera a estar cerca de mi.
Era todo mentira, una vez mentía no podía detenerme. Me conocía podría aceptar a Lauren y lanzarme a sus brazos pero aún así no me ayudaría a salir de un hoyo. Ambas podríamos hundirnos en uno y eso era demasiado triste.
Estaba por demás confundida, lastimada y no veía ninguna luz cerca de mi.
Me lancé a la cama con pena y soñé un poco.
Todo parecía ser fácil cuando meses antes tenía a Lauren conmigo, habíamos tenido el peor comienzo pero recordaba la seguridad que me daba solo saber que dormía en un sofá al otro lado de la puerta. Suspiré y sin evitarlo comencé a llorar. No era raro ya.
Desperté horas después debido a que alguien tocaba la puerta con desesperación. Me dolía todo el cuerpo.

Cuando abrí la puerta Dinah entró de golpe y me abrazó.

-Camila, tengo mucho tiempo tocando la maldita puerta pensé lo peor.
Me guío hasta la cama y nos sentamos, ella no me soltó.

-Perdón por presionar la cosas trayendo a Lauren, es solo que no sabía que hacer ¿Me puedes decir?

-No tengo muchas ganas de ver a alguien más y te equivocaste en tráela.

Asintió.

-Dime que quieres hacer, pero algo que no sea estar aquí en la habitación mientras el mundo pasa, ya verás me las voy a ingeniar para pasarla bien.

Novia fugitiva Donde viven las historias. Descúbrelo ahora