Acaba la miel

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24 de Febrero 2017
Miami

Lauren

Sospechaba que mi abuela intentaría llegar a ella lo antes posible y como no tenía idea de lo que habían hablado era mejor dejarlo así.

-¿Que ha sido eso?
Me miró con inquietud y una cuchara en la mano. La cocina estaba llenándose de un olor exquisito.
Se había encogido de hombros tratando de no darle importancia, tal vez la ponía nerviosa por que mordía su labio algo pensativa.

-Esta preocupada por tu alimentación como cualquier otra abuela.
Su chiste si que me hizo reír, la abuela también era una de ellas y te llenaba de comida hasta verte dormida en la mesa.
Me acerqué de a poco hasta estar a su espalda y recargue mi barbilla en su hombro. Podía sentir todo su cuerpo contra el mío y eso me puso demasiado.

-¿Quieres dar otra vuelta por ahí cómo la de ayer?
Se movió algo nerviosa y movió los platos con inseguridad.

-Tal vez quiera. Rió suave y eso me enloqueció. De pronto era yo la que estaba contra la encimera. Sus manos jugaron con mis caderas y me miró con demasiada seguridad. -Te cargas unos ojos demasiado lindos hoy. Sonreí como una niña pequeña.

-Tu unos labios muy suaves. Logre responder antes de quedar como la tonta enamorada. Los tomé con los míos sin tardar y sujeté fuerte su cintura. Me gustaba sentirla así de bien mientras la besaba, sus tiernas caricias en mi cuello me trasportaron a un sitio diferente de la cocina, la sentía como mía y todo dejaba de existir. Disfrute del momento por unos minutos, solo sintiendo su aliento en mi boca, escuchando sus suspiros mientras mordía su labio inferior y toqueteando su cuerpo.
Brincamos del sitio cuando la voz ebria de mi hermano nos asustó. 

-Venga que buena mañana, porno lésbico en vivo.
Soltó con sarna. Ese tío si que me sacaba de quicio, se suponía que iba a ayudarme, no a arruinar estos momentos. Camila con sus ojos chocolate hacía el piso, reacomodo su ropa y con las mejillas sonrojadas siguió en lo suyo de la cocina. Yo le hice una señal grosera a mi hermano.

-Ya me voy, tranquila. Dijo al salir de ahí con un vaso de agua, gracias a dios no había sido uno de mis padres. Cuando se fue me recargue en la encimera otra vez y la miré.

-Lo siento por eso corazón.
Le dije.

-Fue incómodo.

-No pasa nada, solo quería molestarme y lo hizo, mira que interrumpir cuando te iba a quitar la ropa.
Con una servilleta logró golpear mi hombro algo molesta o fingiendo, podía ver una mueca divertida en su cara.
Me presentó el plato improvisado, mi estómago rugió apenas lo vi. Después de Camila creo que la comida era mi otro amor. Mentalmente me sentí tan asustada. Por dios, iba a ser difícil despertar si Cami no estuviera frente a mi. Lo tomé y luego le di un beso lento.

-Gracias corazón.
Con una sonrisa me siguió a la mesa con solo un plato de cereal.  Mientras comimos una frente a la otra no dejé de mirarla, tanto que la comida se caí de mi cubierto.

-Estas torpe hoy. Se burló.

-Estas muy linda tu. Contesté.

-Y tu cabello es un desastre. Volvió a decir.

-El tuyo luce hermoso como siempre. Rodó los ojos.

-Tu forma de comer me da asco. Trato de agredir, yo sonreí.

-Te quiero comer a ti.
Abrió los ojos de golpe y me pegó con su pie bajo la mesa.

-¡Lauren! Estas loca, tus padres pueden llegar y escuchar.

-Por ti, creo que si.
Me hice la pensativa.

-Esta bien, comamos en paz, así podré ver tu rutina poniendo todo en orden. Intentó molestarme.
Cuando por fin acabe con el delicioso desayuno hice lo que ella quería, retiré los platos, limpié la mesa y lave todo lo que utilizó para cocinar, seque lo necesario para acomodar todo en la encimera y dejar todo impecable.

-Creo que mamá te adoraría. Soltó tal vez sin querer. Me hice un poco la tonta y seguí ordenando los cubiertos en su cajón.
-¿No escuchaste lo que dije?

-Lo hice, pero no quiero que esto se ponga incómodo.
Silencio largo y un suspiró de su parte.

-Es verdad, lo siento.
Me senté a su lado y entrelacé las manos. -Venga quiero dar un paseo por el mar y nadar mucho contigo.
Horas después estábamos montadas en una motocicleta acuática y ella sujeta a mi espalda, cómo un koala.

-Baja la velocidad. Me gritó cuando di la vuelta rápida y nos salpicó de agua salada.
El sol estaba tan agradable y la vista estaba para fotografía. Tras de nosotras Chris y Tay intentaban avanzar más rápido para alcanzarnos. Justo cuando miré al lado perdí un poco el control y en un vuelta Camila despegó sus brazos de mi. Había caído al agua. Frené como pude y luego la busqué. Salió del mar cómo una sirena. Yo reí. Se miraba asustada.

-¡Te voy a matar Lauren! Gritó después de escupir agua salada, yo me acerqué lentamente para sacarla del agua.
Diablos, estaba enfadadisima. Chris llego a mi lado en la otra moto y flotaron cerca.

-¿Están bien? Taylor se hecho al agua para ayudar a Camila a subir junto a mi. Cuando intenté tomar su brazo me lanzó agua a la cara. Chris comenzó a reír como un loco.

-Lo siento Cami, se suponía que no debías soltarme. Le dije para disculparme.

-Solo cállate y llévame a la orilla. Dijo entre dientes y se sujetó de otra parte menos de mi. Algo interesada en recuperar su afecto traté de besar su mejilla pero se retiró. Taylor trepó a la moto en un salto y arrancaron para lanzarnos agua una vez más.

-¿En serio quieres bajar?

-No, solo quiero darte una buena bofetada Lauren, y aquí no lo puedo hacer. Su voz me dió miedo.
Con más precaución conduje a  la orilla del mar y empujé hacía la arena la moto. Camila saltó antes de que yo entrara a la playa completamente. Se quitó el salvavidas y se cruzó de brazos. Yo bajé para empujar la moto, después de quitar mi salvavidas la miré. El bikini le quedaba increíble. Sonreí pero ella gruñó. Tomé la iniciativa para abrazarla pero un golpe húmedo en la mejilla me lo impidió.
Cuando me recompuse del golpe sus piernas se abrazaron a mi cintura en un salto haciéndonos perder el equilibrio y caer contra la arena.
Tomó un puño de arena y me lo dejó en la mejilla.

-Eres idiota.

-Me dolió. Le dije con un puchero ella sonrió y se inclinó para besarme. Sus labios suaves tomaron los míos con ansiedad.

-Me duele de este lado Se quejó. Me moví un poco bajo ella para observar su costado. Una marca roja era evidente. Me preocupé.

-¿Pero con que te pegaste? ¿Te duele mucho?

-Pues con el agua tontita.
Acaricié el área afectada y besé su mejilla con cariño.

-Perdón corazón, tendré cuidado en la siguiente aventura, lo prometo.
Sus ojos reflejaron de inmediato inseguridad, el atardecer se reflejo en ellos, dándome la mala señal que el día terminaría pronto y que la miel iba a desaparecer.
¿Que íbamos a hacer?

😔

Novia fugitiva Donde viven las historias. Descúbrelo ahora