6. Los Redfield

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La mañana siguiente hice algunos trabajos de la universidad sobre los fundamentos de la psicología psicodinámica. Luego me acerqué a la academia para practicar los últimos ejercicios del baile de grupo.

Por la tarde, estuve trabajando otra vez y me quedé a dormir en casa de Lily.

Sentía que no podía posponer más la lectura de la carta, me estaba torturando y a veces me costaba conciliar el sueño de la angustia. Pero lo cierto es que me daba muchísimo pavor enfrentarme a las palabras que contendría.

Descansé hasta tarde. El domingo era el único día de la semana que podía permitirme dar dos vueltas vagueando en la cama, así que lo aproveché. Seguro que Lily ya estaría despierta.

− Buenos días Lily.

− Buenos días niña. ¿Qué tal has dormido?

− Como un bebé. - le dije sonriendo. - ¿Cómo está Schon?

− Está mejor. Ya sabes, los niños en seguida se ponen enfermos. Al ser tan poca cosa, te da reparo. En fin, nada que no pueda curarse en un par de días.

Cogí unas tostadas con un poco de queso y mi taza de café.

− Gracias por el desayuno.

− ¿Te quedas esta noche a cenar? ¿O tienes algo que hacer en Tasle?

− No tengo prisa. - En ese momento, recordé que Jack había mencionado algo de ir a cenar el domingo. Aunque realmente no habíamos concretado nada.

- Aun así, creo que cenaré en Tasle, así lo dejo todo preparado para la universidad.

No sabía si al final quedaría con Jack, pero tampoco tenía ganas de explicárselo.

− Claro. Bueno a comer sí te quedas, ¿no? Hoy vendrá John y me gustaría que estuvieras.

− ¿De verdad? Tengo ganas de verle. - John había estado para mí y mamá en los días más difíciles, le tenía mucho cariño, como a Lily.

− Sí, yo también.

− ¿Es el segundo, verdad?

− Sí. Primero tuve a Diana, la madre de Michelle, luego a John y finalmente y de forma completamente inesperada a Elliot.

− ¿Vas gritando a los cuatro vientos que fue inesperado?

− Bueno niña, yo ya era bastante mayor y ya no pensábamos que pudiera volver a quedarme embarazada. Pero para mí fue una bendición tener otro hijo, siempre quise tener muchos.

Le sonrío cuando dice esta última frase. Lily es de esas personas que entrega su vida y su tiempo a los demás con alegría y de una forma muy altruista.

− ¿Quieres acompañarme a la iglesia?

Yo asentí. Según tengo entendido, Lily se acercó a la iglesia desde que falleció su marido. Michelle me había dicho que le aliviaba el corazón.

Supongo que pensaba que si a ella le había servido, a mí también me iría bien. Yo era más escéptica. La acompañaba porque me lo pedía, nada más.

Aprovechaba para encender una vela para mi madre mientras Lily lo hacía para su marido. Envidio a la gente que cree que hay algo bueno más allá, yo no tengo esa certeza.

Nada más llegar, nos encontramos a Michelle y a sus padres.

− Mamá, vendremos a tomar el café para ver a John. - le dijo Diana a su madre al acabar la celebración. - Creo que Elliot y Christine también van a venir con el pequeño.

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