3. Vicky

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El verano pasó volando. Hablé con Elliot del tema de la universidad y me dijo exactamente lo mismo que me había dicho Lily.

Todavía seguía viviendo con Lily, estaba muy cómoda, pero sabía que no podía estarme mucho tiempo más. Los días que salía con Michelle, si llegaba tarde, Lily se preocupaba.

Dejé el bar un par de días antes de empezar las clases. Elliot me dijo que podía seguir trabajando algunos fines de semana, cuando había más gente.

Esa misma mañana quedé con Jack, para que me guiara un poco en mi primer día. Los demás compañeros de mi clase ya llevaban dos años juntos. Esperaba que la gente no fuera cerrada.

Jack estudiaba ingeniería mecánica. Quedamos en la gasolinera, como el primer día con Michelle. Él ya estaba ahí.

- ¡Buenos días Gina! ¿Preparada?

- Claro... - le dije sin entusiasmo - solo me da mucha pereza volver a ir a clase.

- ¿Y a quién no? Pero el primer día no es para eso y tú lo sabes.

Me puse a reír. Por supuesto, ir a la universidad el primer día significaba volver a reunirse con los colegas, soportar la charla del profesor e ir a tomarse una cerveza para evitar empezar a pensar en todo el trabajo que quedaba por hacer ese año.

- ¿Tienes el horario?

- ¿Debería? – le dije asustada mientras arrancaba el coche.

- ¿Quién sino va a saber dónde es tu primera clase? – Resoplé.

- No me ha llegado ningún mensaje, de todas formas, puedo mirarlo en el móvil.

- ¿Qué maneras son esas de ir a la universidad? – repuso con cara de indignación. Se tocó su pelo rubio y lo echó para atrás. - ¿Tampoco has traído material para tomar apuntes? – dijo mientras se le escapaba la risa.

- ¡Deja de asustarme!

Se puso a reír todavía más fuerte porque vio que realmente estaba nerviosa. La universidad no estaba lejos.

Mientras bajábamos del coche, le lancé una mirada asesina para que me resolviera la duda de los horarios.

- Están todos colgados en recepción. Mi facultad es esa de ahí y la de psicología está detrás del edificio que tenemos justo delante. Te acompaño a buscar tu preciosa clase.- dijo con una sonrisa juguetona.

- Gracias.

El campus era enorme. No sabía ni por dónde empezar a buscar el edificio de recepción. Le agradecía de veras que me hubiera acompañado. Me apunté el horario en una hoja y el aula a la que debería ir en cada momento.

- ¿Quieres que te acompañe?

- No te preocupes. No quiero hacerte llegar tarde, pero gracias de todos modos, me has sido de mucha ayuda.

- De nada. Nos vemos luego.

Me dirigí al edificio de la facultad de psicología y educación. Al entrar, seguí detalladamente las indicaciones del mapa. Mi clase estaba en el segundo piso al fondo a mano izquierda.

Cuando llegué no había nadie así que volví a salir y repasé bien las indicaciones, así como el horario. Estaba en la clase correcta. Faltaban diez minutos y no había nadie ahí dentro.

Decidí sentarme y esperar, no podían tardar mucho. Me esperé veinte minutos, entreteniéndome con un estúpido juego del móvil. No entendía nada.

Saqué el ordenador y el resguardo de la matrícula dónde figuraban mi usuario y contraseña de la universidad. Al entrar descubrí que estaba colgado mi horario, tal y como había insinuado Jack, y un mensaje.

Caminar JuntosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora