Sobre un dragón, la química y una caverna.

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  No me queda más que pensar, Sofía, que del otro lado de la anti-vida (llamando así a todo aquello que nos la quita más rápido de lo normal) sigue habiendo anti-vida; y la vida se vuelve entonces todo lo que comprendemos al multiplicar dos números negativos, pero con algún toque de incertidumbre. Entonces sigo deshilando todas mis teorías que desembocan en más nudos. Si digo que la vida es la acumulación de anti-vidas, ¿en qué parte fue que me olvidé de vivir? Si digo que me olvidé de vivir, ¿qué es aquello que me pasa cada vez que la veo? 

 El confín de la caverna: Una vez, en algún pasaje del tiempo, un valiente guerrero salió de cacería en medio de la tormenta; y seguramente estarás esperando que te cuente sobre una lucha incansable, sobre trofeos gloriosos, o alguna anécdota digna, pero mis historias no llegan hasta vos por esas boludeces, So. Entonces a lo único que quiero desembocar con este palabrerío es al momento en el cual el joven se sintió cansado de caminar en medio de aquella nada tan grande, y en eso, mientras la tormenta llegaba a uno de sus puntos más fuertes, encontró una caverna donde resguardarse. No voy a negar que al ingresar sintió miedo, pero a la vez que la fue notando acogedora y cálida fue adentrándose en busca de calma, en los primeros pasos, encontró la suficiente madera y piedras con los que encender un fuego, y dentro, ya en el fondo, encontró un gran espacio tranquilo con una acústica impresionante. Sofía, cualquiera en aquella época quisiera haber vivido y muerto dentro de aquella magnífica caverna, y haciendo honor a aquello, mi joven querido pereció justo en aquel encantado lugar. Por lo que sé el joven estaba cansado, encendió la fogata a los pocos minutos, se recostó sobre un pajar delicadamente acomodado por algunas horas en las cuales se adormeció con el caer de la lluvia hasta aquel punto donde la tierra se estremeció. ¿Acaso aquella era la guarida del dragón? ¿Y si era aquella, por qué el dragón no había entrado? Esta última pregunta cargaba con demasiada lógica como para poder haber sido una respuesta en aquel periodo, imaginate como una cazadora tomando un descanso en la posible cueva de la bestia, ahora ya no sos tan temible, ahora estás indefensa ante aquella bestia que antes desbordaba tus ganas. ¿Ves cuán fácil cambian los roles? ¿Ves cuán fácil se caotiza el mundo? Ahora pensate como bestia, no hubieses entrado decididamente al ver la fogata sintiéndote invadida, y más aún, siendo un dragón ¿no hubieses atacado vorazmente? Sí, yo también razono así, pero razono así desde acá, desde vos y yo en el siglo veintiuno sin ninguna preocupación en este momento. Pero hay un factor desequilibrio en la crisis, hay un factor que nos abruma si no somos lo suficientemente cuidadosos, y todo aquello que hoy es inconfundible empieza a enredarse en algo carente de lo que somos. Se despertó atemorizado, endiablado, preocupado por un posible final si es que la bestia entraba, miró para todos lados, pero no encontró más que un salón en donde cualquier porción sería entregarse; entonces pensó enfrentarlo, agarró su espada y tensó su arco, se acercó un poco hasta la entrada, su salida, se imaginó vencedor mientras caminaba y pensó en cuántos lo envidiarían al llevar a la aldea la cabeza de un dragón. Del miedo a la gloria en una puta química del cerebro. De la gloria a aquella realidad de ser un humano frente a una leyenda otra vez cuando volvió a retumbar el techo. La bestia estaba esperando. No sé si habrá sido muy valiente pero aquel prefirió esperar, y fueron pasando las horas en las que se encontraba agazapado contando las diferencias de tiempos entre aquellos gritos y gruñidos escalofriantes. Y de pronto comenzó a sentirse seguro en aquella caverna, volvió a entenderla como algo de abrigo, al fin y al cabo, aquella era su única salvación momentáneamente. Sobre decorar la cueva: Es medianamente insensato comenzar a relatar que mi joven guerrero entró en el desquicio, y de pronto a las cinco horas no sintió más los rugidos incesantes (porque realmente no cesaban) de un dragón abominante, y en vez de eso la caverna comenzó a decorarse con las ramas pajas y piedras, con las pinturas rupestres, con el tallado de algunas caras de las piedras que se fueron volviendo una obra de arte la cual estará siendo buscada millones de años después, en un siglo XXI que necesita encontrarla tan sólo para reclamar su valor. Y la química de un cerebro volvió un hogar lo que había sido un problema. La cueva fue un refugio del clima, y ahora, la cueva o caverna era la vida. - ¿Entonces nunca salió? 

- preguntó Sofía. - Nunca. - Comenté. - Igual debe ser algo extraordinario morir convencido de estar en la lucha máxima contra un dragón, y creo que haber muerto en esas condiciones fue más noble que vivir para enterarse del desquicio. Lo encontraron unas semanas después, con una de las flechas clavada en su pecho. Y esa es la muerte para la realidad, ¿quién sabe si él no se sintió comido por la bestia?

 - ¿Entonces, no había dragones? - preguntó. 

- No, casi nunca los hay. Es raro, pero bastaba con haber mantenido aquella necesidad de heroísmo tan sólo unos segundos más hasta cruzar la puerta para entender que no había dragones; y sería igual de productivo, la suficiencia de haber enfrentado a la bestia (aunque no existiese ninguna) sobraría en aquel momento y en el resto de su vida. No lo mató un dragón, lo mató el creer que existía. Podría haberlo matado también, es parte del riesgo, pero para matarte hubiese sido necesario primero que éste haya nacido. ¿Te vuelve a parecer muy extraño? De nuevo, vos y yo estamos sentados acá tomando un café. Ambos sabemos que no existen los dragones, ¿pero te pusiste a pensar en todas las cavernas que estaremos decorando por temerle a cosas que probablemente no están existiendo? Es patético hablar de dragones a esta altura de la historia, como quizás, dentro de miles de años sea tan patético hablar de las personas, de los temores, de los cerebros y las insuficiencias cuando ni siquiera era certero sabernos vivos.

Para SofíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora