La amnesia fin de año.

26 0 0
                                    

 Y si en la luna no hubiese huellas, me preguntaste, ¿y si hubiésemos llegado sin siquiera una foto, sin siquiera una pisada, o un recuerdo?, ¿acaso alguien nos hubiese creído, acaso hubiésemos llegado? Qué sería entonces todo el proceso previo, todo el armado del viaje, toda la construcción que apuntaba a una utópica colonia espacial, una que pudiese ver nuestro mundo con otros ojos, con unos que casualmente no pertenecerían al mundo, ¿qué sería todo sino una mentira? 

 Y entonces me retrucaste, me subiste la apuesta, me miraste a la vida, no a los ojos, no con tus ojos, me miraste con otro mundo dentro hasta éste el mío que te miraba mi luna (y a veces eras luna y yo metáfora, por eso yo precisaba tanto de vos y vos podías estar tan lejos de mí), y me preguntaste, si entonces el proceso sin pruebas no bastaba, era la prueba la que formaba al proceso, la prueba lo hacía ser, era la luna la que daba poderío a la metáfora y entre ambas daban sentido. ¿Pero una foto, una prueba, una pisada hacían cobrar sentido? ¿Pero una foto, una prueba, una pisada hacían cobrar valor a la estructura? No podía existir en nuestro moderno mundo civilizado una pequeña mano que trajese una pequeña roca, un pedazo de polvo, y que nos contente con sólo esto y una serie de notables estudios que no se reflejaban en nada más que matemáticas y físicas. 

 Una escena perdida, no cerraba el rompecabezas, y pudimos tantas veces atacar a las fotografías y volver a convencernos que nunca pudimos vernos con otros ojos, que fue todo una mentira, un armado que se desvanecerá en el tiempo cuando podamos probar certera e innegablemente que nada jamás existió. Cuando todos nuestros ojos mundo vean a la luna intocable nuevamente porque la única foto que nos daba el sentido exacto se desvaneció en una mentira.

 Me voy a morir tantas veces entonces, me voy a desentender de tantas vidas cuando vea que no tenga recuerdos, cuando vea a las metáforas flotando en calles que vuelvo a caminar creyendo que alguna vez las había caminado junto a la luna, y tendré nada más que algunos detalles, algunas prendas y marcas que me recordarán que yo realmente las caminé, pero cómo convenceré al resto, ¿cómo depende la misma existencia nuestra de poder probarla? Somos probables nada más que para nosotros mismos, sólo nuestra memoria tendrá recuerdo suficiente, como si nuestras calles hubiesen sido los barrales de aquellas pequeñas navecitas (pequeñas navecitas porque quisimos creer eso), y las huellas en la luna las que pisamos juntos, en una arena tan blanda que se borraron tan instantáneamente que nos hacían dudar si alguna vez habíamos pisado.

 Se me van años despedazados, en partes, muchas ausentes. Es certero que me muero, que me muero a cada instante, pero cuando me muero cerca de fin de año la muerte es más cruda, porque vuelvo en el tiempo a buscar las huellas, las pruebas, los cimientos de las construcciones para ver si algo valió la pena. No hay nada más que mis memorias, no hay fotos, no hay pruebas contundentes, y me entristezco y te busco en la luna (en la luna nuestra). 

Quizás mi dolor, mi condena al olvido, es el precio tan duro que tuve que pagar por vivirte tanto, por olvidarme de traer pruebas más allá del polvo consecuencia, por delirar de tu mano que miraba tan lejanamente a este mundo, que se entendía tan cómoda entre lunas, cometas y asteroides.

Para SofíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora