Lo injusto que fui, Sofía.

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Apagar un incendio descontrolado para así extinguir sutilmente todo el desbocar de las pasiones; que el agua le corte el paso, que el agua mate, que sea su antidestino y arranque a su paso lo que siempre fue la misma vida. Evocá un destino cruel, forzá el destierro (apagó su voz para seguir en susurros). Y cada vez que una luz emergió en forma de esperanza, yo dediqué mis tiempos a su exterminio. Cada vez que escribí de vos, te fui, matando un poco.

Un eco, otro silencio, mi sala oscura en cenizas. El agua corría sin dejarse ver, y el bosque y la vida y el nacimiento la van siguiendo.

El antidestino no podrá jamás frenar al agua, y brotó el bosque, el tiempo y yo.

Y cada vez que vaya a escribir de vos entonces (tomé un sorbo, una sonrisa) te voy a amar nuevamente. Hasta que me quede sin tinta o llegue el último y más bello otoño.

Para SofíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora