"No tengas miedo a que se rompa la rama, confía en tus alas."
Decía el cartel, y mientras caía desaforadamente lo recordaba y empezaba a entender que todas las cosas de los soñadores no se deben tomar tan literales. Que la metáfora es preciosa, pero no iba a evitar esta embestida brutal contra el piso mientras me reía nerviosamente. Nuevamente estaba solo, y otra de tus versiones me había dejado. La vida no era metáfora y se me había vuelto decididamente un ciclo de encuentros y desencuentros con vos en diferentes formas que siempre se me iban de las manos cuando me decidía a romper la rama. Y la metáfora me seducía y de esa manera desarmar mi espalda contra el cemento no era otra cosa que el mismo y reiterado fin que me tenía merecido, siempre yo, siempre solo, nuevamente perdiendo una de tus apariciones y encontrando siempre la mía misma. Para entender al cartel como una vil mentira y a mi forma de ser ahora metáfora tan o más vaga que aquel cartel de mierda.
Creer en las alas, creer en mí, iban siendo la misma canción que ya tocaba mi hartazgo otra vez, después de tantas otras veces, en mi misma vida fantasiosa <nótese fantasiosa, de otro plano, pura y dura metáfora en un corazón de poesía, que precisa, más que sangre y oxígeno, vivir enamorado de algo o alguien, por sobre todas las cosas >.
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Para Sofía
Poesía¿Quién era Sofía? Esta pregunta costaba responderla, resumir a Sofía a unas pocas líneas sería limitarla tanto; y si tuviese que plasmarla por completo no podría terminar por algunos años, y sería una pérdida de tiempo, Sofía en los años en los que...