Sobre nuestro viaje, última parte.

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Te dejé unas notas al final del libro,

ahora mío,

llegado ese entonces nuestro.

Sentenciando mi futuro

/ahora pasado

mientras te imagino notándolas entre las hojas que se despiden/

con el único fin de hacerte entender que ya sabía nuestro destino,

y que si no intervine en el presente,

fue por estar obsesionado,

con este sútil y a la vez imborrable momento,

donde por fin te estoy perdiendo,

te estás yendo de mi lado.

Y por qué no corro a buscarte,

ahí está la paradoja,

ahí está la anti magia.

Para cuando el futuro se vuelva presente,

en vos,

el presente será pasado,

en mí,

y yo de alguna patética forma ya te voy a haber superado,

mientras para lo cotidiano,

para el orden

(para vos),

todavía no pasó nada concreto.

*La nota que inició el viaje; que hoy revisaba en el tren*

#

Decidí abandonar el relato distante, volví a dejarlo en sus manos.

Un golpe repentino nos hizo saltar de pronto, Sofía se quejó dentro del sueño y yo caí tan abruptamente a la vida que incluso noté cuán rápido pasaba. La despedida Sofía, pensé, todavía era temprano, reemplacé el pensamiento.
Una estela de humo negro afloró en la cola del tren a la vez que éste fue doblando, y a su vez, la bocina pudo aturdirme en un instante <y el tren que toca bocina siempre anuncia algo importante>, Sofi, no quería despertarte, pero estábamos llegando, aquella próxima era nuestra parada.

Cerré los ojos queriendo volver a nuestro árbol, te llevé conmigo. Nos materializamos al cabo de unos suspiros en el medio de aquella islita en medio del agua helada <dormías entre mis brazos, dormías en el vagón>, una capa de humo flotaba sobre la superficie, las luces blancas parpadeaban y el cemento y las placas de colores transpiraban un agua insoportable que se filtraba entre mis prendas procurando que no llegue a mojarte. La niebla se había adueñado de todo, éramos nosotros en la isla y un mundo desentendido allá afuera, no existía nada. Tu sueño y yo, yo tu sueño y aquellas manos bastante más grandes que nuevamente (tanto tiempo después) me agarraban. Y en un instante me soltaron, comenzaron a desprenderse, jamás se abrieron tus ojos y yo me desviví por despertarte. Tu sueño mi pesadilla, Sofi, te me fuiste de las manos arrebatándome las tuyas. Y ahora la isla me pareció kilométrica, y ahora el agua se me volvió un océano, y ahora quise buscar los faros, los trenes, las rosas, y los cuchillos. Los lobos, las avenidas, las lapiceras y encendedores; pensé en guerreros, fantaseé dragones, sentí esfuerzos y caminos arrastrando cargas insostenibles, no supe si tallar a las rosas o cuidar al mármol, no supe si podía cambiar a las personas o si los animales comprendían a los espejos. Sin obra no hay artista, el camino la obra y el brazo se moldeaban juntamente. La falta Sofía faltaba a la vida, y Sofía se había esfumado.

Para SofíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora