Capítulo 5

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Era un día soleado tan típico de los veranos, con la brisa del mar ventilado la ciudad, un día perfecto para disfrutarse fuera de casa; además era sábado y Camila sabía que aquello solo significaba una cosa: que Lauren trabajaría en el club, que podría verla otra vez ahora que no tenían un acuerdo que se lo permitiera. Cuando descendía las enormes escaleras de caracol hasta el primer nivel se coló hasta su oído una discusión que nacía en el estudio de su padre. Esto le llamó mucho la atención, casi halándola a la fuerza para intentar descubrir de qué se trataba. De modo que avanzó hasta la puerta cerrada del estudio que le privaba de ver lo que se desarrollaba en el interior, solo colocó su oído contra la puerta y escuchó.

— ¡¿Perdiste la razón?!

Camila escuchó la voz de su madre.

— ¡No tuve otra opción. Era eso o perder la empresa!

Ahora escuchó la voz de su padre.

Camila no se interesaba por los negocios de su padre como a él le gustaría. La había obligado a estudiar lo que él quería solo para prepararla para tomar la empresa y su legado, pero aun así no consiguió que se interesara por sus negocios, Camila parecía vivir en otro mundo que se reducía al estudio que compartía con Shawn, sus notas no eran las mejores, pero su padre no desistía, nunca lo hacía, se había propuesto que su hija mayor seguiría sus pasos y que él salvaría su empresa a toda costa, no importaba los medios de los que tuviera que valerse.

— Esos hombres son peligrosos, Alejandro, de por Dios — le reprochaba su esposa mientras se paseaba con desespero por la estancia.

— Sinu, me ofende que dudes de mí — le reclamó sentado desde su silla delante de su escritorio, con el gesto irritado —, sé lo que hago y por qué lo hago. Así que no entrometas tus narices en mis asuntos y déjame salvar a esta familia.

— ¿Salvar esta familia? — Le cuestionó con ironía — ¡Nos estás llevando a la bancarrota! — le gritó.

Sinu se dirigió a la puerta con pasos fuertes sobre la baldosa, irradiando enojo. Tras abrir la puerta descubrió el gesto ofuscado de su hija mayor.

— ¿Sucede algo? — le preguntó Camila.

— Pegúntaselo a tu padre.

Y la mujer continúo su marcha lejos de allí, dejando a Camila todavía más desconcertada. Exhaló y camino con desgana al interior, aunque los asuntos concernientes a la empresa resbalaban de su interés, no podía evitar sentirse intrigada por las discusión de sus padres. Así que se sentó en la silla delante del escritorio, detallando las facciones endurecidas, secuelas de la discusión, de su padre.

— ¿Todo está bien? — empezó ella luego de que el silencio se prolongara.

— Sí, tu madre que lo exagera todo. Solo unos problemas con la empresa.

— Ella habló de bancarrota.

— Solo son palabras mayores. Cuando tomes mi lugar comprenderás mejor.

— ¿Lo números continúan decayendo?

— No, Camila, no están decayendo. Además he conseguido un préstamo.

— ¿Un préstamo? Eso suena como algo a lo que recurrirías cuando te ves sin opciones.

— No en esta ocasión. Los problemas de la empresa se pueden solucionar con tiempo, pero no estoy siendo muy paciente, así que para no tener que esperar recurrí a esto.

Pero Camila no parecía muy convencida.

— Si estamos pasando una situación difícil, puedo... no sé, renunciar a mis tarjetas.

DEL AMOR AL ODIO (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora