La brisa de otoño se hacía cada vez más gélida, las hojas de las plantas morían, caían, las mecía el viento con un arrullo. Comenzaba una nueva etapa y el Destino movía azares.
Al día siguiente de haber llevado a cabo con laureles la operación para infiltrarse en las redes internas de la empresa y haber logrado engatusar con suspicacia a Greg hasta una jaula en forma de contrato, viene la calma en el campo de batalla. Ethan observaba orgulloso los documentos en sus manos, nunca dudo ni por un segundo que Lauren conseguiría su cometido, y lo hizo. Ella estaba trasegando de lucrosos éxitos a su empresa, ascendiéndola a las nubes y no había mejores manos para dejar su patrimonio. Cada día se hallaba más cansado, carecía de la juventud y de la energía que ella tenía, además de la habilidades y estrategias que usaba para cerrar los negocios.
— Esto merece ser celebrado — mencionó el hombre refiriéndose a los documentos que sostenía en su mano —. Bett, tráeme por favor dos copas de champagne — pidió a su ama de llaves que les servía el café en esa mañana álgida.
La mujer asintió y se puso a la orden. Ethan volvió la mirada a Lauren sentada delante de él en esa mesita de jardín en un quiosco. Ella no lucía tan feliz como él imaginaba que estaría.
— El doctor te prohibió los licores — le advirtió con calma.
— Una copa de vez en cuando no me hará daño, además... De algo hay que morirse, qué más da de lo que sea.
— No digas eso, aún te queda un largo recorrido.
— Es lo que me digo todas las mañana, para olvidarme de que ya no me puedo ni agachar. Esta enfermedad me está consumiendo.
— El tratamiento resultará, ten fe.
— No dejo de preguntarme sobre lo que quedará después de mí, todo por lo que trabajé por tantos años. Me hubiera gustado no haber trabajado tanto y disfrutar de las pequeñas cosas, haber vivido más tiempo al lado de mi esposa antes de que muriera, haber llevado a Jason a más partidos de básquet. Quizá es mi culpa que sea como es, no le presté la atención suficiente.
— Estoy segura de que eso no es así.
— Lo es, Lauren. No soy un padre como Mike, no estaba para la cena puntual cada día como él lo estuvo con tu familia, ni tampoco compartí sin falta desayunos con mi hijo. Me perdí algunos de sus cumpleaños porque tenía que atender negocios. Fue falla tras falla y ahora pienso que es el motivo de que mi hijo sea así. De verdad deseo tanto que termine la rehabilitación y cuando eso ocurra yo le dedicaré todo mi tiempo — añadiendo una sonrisa al concluir.
Lauren correspondió con un intento de sonrisa, sintió pena por la realidad, que Ethan le hiciera ilusión tener un nuevo comienzo con su hijo después de que se rehabilitara le afligía, porque él no sabía que Jason había recaído. Trató de disimular su incomodidad bebiendo el primer sorbo de café y Ethan bebió después de ella.
— Hay que preparar unas vacaciones, todos, como la familia extraña que somos: tú, Jason, Tay, Clara y yo — con una risilla de por medio.
— Claro, será cuando culminemos todo esto y llevemos las cifras hasta el cielo.
— Querrás decir cuando tú lo hagas, yo no he hecho nada, mi empresa estaba estancada hasta que tú llegaste, el crecimiento que he tenido te lo debo. Ya perdí mis habilidades y es hora de dejar esto en unas manos más jóvenes.
— ¿Tan pronto?
— No es pronto, Lauren. Llevo en la silla del poder por más de 40 años, ya es hora de ceder mi puesto.
— Pensé que eso tardaría un poco más.
— No, no más. Ya estás más que lista. Ya es hora de que seas la nueva presidenta de Petrolengine.
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DEL AMOR AL ODIO (CAMREN)
Fanfiction¿Es posible odiar a una persona con la misma fuerza con que la amó? Creado por una masoquista para masoquistas.