Capítulo 46

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Lauren caminaba con la mirada en alto haciendo que sus pisadas resonaran con cada paso, manteniendo el paso firme, indeleble; rumbo a su nueva oficina como presidenta y a sus espaldas marchaba el capitán. Después de la revelación que le había proporcionado había obtenido todo su interés, de modo que ahora concluirían esa plática abierta en su oficina.

Ally los recibió con la cortesía que acostumbra y se unió al lateral de Lauren leyendo su agenda, una bastante industriosa. Les sirvió café una vez estuvieron instalados en el interior.

— ¿Necesitas algo más? — preguntó la rubia luego de terminar de llenar el vaso del capitán.

— No, estoy bien.

— Hay Dunkin' Donuts en la cafetería — le ofreció la Ojiverde.

— No, así estoy bien.

— ¿Tú quieres algo más, Michelle?

— Sí, Ally. Necesito que me consigas en alquiler una playa privada.

— ¿Una playa privada? — se interesó arrugando el entrecejo.

— Y trajes de baño.

— Veo que ya tienes otros planes, querida, pero no sé si escuchaste que te leí una agenda muy apretada.

— Zayn es el vicepresidente ahora, haz que se encargue.

La rubia se sintió cabalmente interesada, pero no podría soltarle un cuestionario a Lauren ahí delante del sujeto con el que estaba.

— Son negociaciones y a ti se te da mejor eso.

— Que intente, si se ven difíciles de acceder, no sé, que extienda la reunión hasta una segunda. Para entonces ya estaré.

— Bien, como digas, pero a Zayn no le va a gustar.

— Ally — le reprendió con una mirada fruncida.

— Sí, sí. Lo que tú digas — exponiendo sus palmas en son de inocencia —. No siendo más, ya me retiro — encaminándose hacia la puerta y cerrándola tras salir.

Ahora Lauren apuntó sus ojos sobre el capitán sentando delante suyo, dándole un sorbo a su café, para luego situarlo sobre el portavasos, tomándose la molestia de girarlo sobre este para dejarlo perfectamente situado.

"Perfeccionista", pensó la Ojiverde.

— No quiero sonar grosera, pero... ¿Cómo sé que es cierto lo que me dijiste? — comenzó Lauren con la mirada atenta cayendo sobre el policía. Recalcándolo de pies a cabeza, anexando al esquema en su cabeza cada mínimo detalle que descubriese.

— No tengo cómo probarlo, me temo que tendrá que confiar en lo que digo, además, ¿qué razón tendría para mentirle?

— Ella no confiaría en policías. Esa cuestión la tengo clara. Hemos tenido muy malas experiencias con ellos.

— Sí, así es, ella no confía y me disculpo por esas transgresiones pasadas. Ella se ha negado en darme la información que requiero en todo momento, pero supongo que me confió su nombre porque no le quedó de otra opción. Como ya se lo expliqué, están cometiendo muchas irregularidades en este caso.

— ¿Cómo dices que la capturaron? — quiso volver a saber, tenía un propósito y trajo a su memoria la versión que le había relatado en un principio cuando la atajó en la recepción.

— Algunos oficiales que llegaron a la bodega primero tenían intención de asesinarla. Ella escapó y los condujo hacia una zona poblada donde chocó el auto contra uno de los rompeolas del malecón. Con tantos espectadores se vieron obligados a sacarla de allí, la llevaron en la patrulla a una zona más deshabitada donde... Pues eso... Que querían ejecutarla — como si le produjera vergüenza ajena tal acto —, pero por suerte otro de los oficiales los siguió desde su patrulla y los detuvo en lo que yo llegué al lugar. Alegaron que planeaba escaparse, pero la mujer estaba moribunda por las heridas de tres disparos, la de su brazo era la más alarmante. Yo pasé la queja, y... Lamento lo que voy a decir, pero la cabeza mayor, el jefe Rob, detuvo el proceso.

DEL AMOR AL ODIO (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora