Capítulo 58

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— ¿No es cierto que esta es su firma, señor Salim? — inquirió la abogada.

La firma aludida era expuesta en una inmensa pantalla para la apreciación del jurado.

— Sí, sí la es — respondió tranquilo, con su postura erguida mientras yacía sentado en el estrado, esmerándose por no exteriorizar el caos de su interior.

— ¿Y no es cierto que todo movimiento o moción de su empresa se filtra en ultimátum por su supervisión?

— No todo. Tengo gerentes supervisando varias áreas.

— Corrección. ¿No es cierto que los inventarios de los buques pasan por su supervisión?

— Sí, pero... Después de que son revisados por mi vicepresidente, solo los firmo cuando él les asigna el visto bueno.

— ¿Nunca se detiene a revisar posibles fallos o discordancias? Quiero decir, cada irregularidad está autorizada por usted.

— ¿Qué le puedo decir, señorita? Confíe en la persona equivocada. Ese fue mi único error.

— Está evadiendo mi pregunta. Retomo, ¿nunca se detiene a revisar los fallos en los movimientos que firma y autoriza?

— No, confío en que ya han sido previamente analizados correctamente y por eso no lo reviso, solo lo firmó y doy la orden.

— ¿No cree que debería ser correcto revisar lo que ocurre detrás de cada cosa cuando autorizaban pagos tan millonarios en cuentas extranjeras?

— Objeción, señoría — intervino el abogado de Greg —. Mi cliente ya especificó que no revisa los pagos ni ningún otro movimiento porque ya ha sido previamente revisado por su vicepresidente.

— Tengo un punto.

— Denegado, señor Marshall — objetó el juez haciéndolo retomar su lugar —, continúe señorita Lapolt.

— Gracias — sonrió antes de retomar el rumbo —. Las empresas pequeñas con las que solía facturar sumas exuberantes y además falsas, que eran reportadas posteriormente al FISCO, justificó alrededor de ocho mil millones de dólares de ingresos en Empresas Salim el último año. Independientemente a gastos corporativos en las diferentes sucursales, pudimos corroborar alrededor de cien millones como facturación falsa según el testimonio de otras empresas que relataron que Empresas Salim cubrían el impuesto del TAX por compra, pero que facturaba por sumas más grandes, así que el dinero realmente entró, sólo que no de esas empresas sino de otro lugar, y el dinero fue desviados a diferentes cuentas extranjeras que prometían confidencialidad en paraísos fiscales, el último movimiento que se registró, no confiere a Empresas Salim, pero sí al señor Greg Salim, fue uno pequeño en comparación a las cifras anteriores, uno por cinco millones de dólares para comprar unas hectáreas en Qatar que realmente valen tres veces menos a la cifra que pagó por ellas y que el anterior dueño confesó que el señor Salim sólo pagó un millón quinientos mil dólares y no cinco como los justificó en la declaración de propiedad de su nueva adquisición. ¿Es esto correcto?

— Sí, lo es, pero fue porque la competencia me tendió una trampa y me hizo creer que en esas tierras había petróleo. El dueño pedía un millón quinientos mil dólares por 400 hectáreas de tierras muertas. Yo pagué más en mi afán de obtenerlas, pero el señor sí recibió el dinero completo. En cuanto a la facturación que testificó otras empresas en su acuerdo de justicia, es incumbencia de mi vicepresidente, era su responsabilidad, yo no lavé el resto del dinero.

— De haber petróleo como usted dice, el dueño tuvo que haberlo reportado al estado al ser un patrimonio de la nación, pero él nunca lo hizo. Ni tampoco usted lo reportó así, ya que según usted, fue la intención que lo impulsó a adquirir esos terrenos.

DEL AMOR AL ODIO (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora