Capítulo 43

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La mañana resucitó siendo azotada por una torrencial lluvia cortejada por brisas tempestuosas que hacían bailar a las palmeras y ondeaba a las olas arrimando en la arena. Espuma del mar, canto de las gaviotas. El frío disuelto en la atmósfera, pero con todo lo citado era una mañana acogedora.

Camila despertó sintiéndose vapuleada por el frío que desprendía la mañana lluviosa y buscó calor cerca del cuerpo de Lauren que yacía de bruces a su lado en la cama. Ella también estaba fría, demasiado de hecho y se preguntó si el frío estaba apaleándola a ella también. Supuso que sí, no poseía nada abrigándola. Por ello se aferró a su lado y abrigó con la sábana su espalda desnuda, compartiéndole de su escaso calor, parecía que era la Ojiverde quien lo precisaba con más premura. Y se quedó mirándola dormir. La Ojiverde yacía profunda entre sueños, con su mejilla apoyada contra la almohada, suspirando de vez en cuando, con sus facciones congeladas y la latina estaba fascinada paseándose por sus rasgos físicos, mimando con sutileza sus facciones, recalcándolas como si se tratase de un dibujo. Le gustaba subrayar cada mínimo detalle; el pico que se formada en la zona de su frente donde nacía el cuero cabelludo, sus perfectas cejas que no tenía nada que competir contra la belleza de sus ojos, pero ya que ahora estaban cerrados era que se enajenaba en la forma gruesa de sus cejas; el tabique su nariz recta, pero que se respingaba en la punta y sus labios... La carnosa morfología que componía a sus labios le hacía a los suyos querer probarlos, estaban hinchados como secuela de la noche ajetreada que compartieron, una noche pasional en la que se besaron y se acariciaron hasta que el alba exoneró a los primeros rayos que pintaron el cielo de naranja. Entonces cayeron rendidas y una amalgama entre el sueño y el agotamiento las acunó hasta colapsar profundas en un sueño.

Camila sonrió ante el recuerdo, pero un miedo momentáneo y vil aplastó a su felicidad, ¿cuánto duraría aquello? Ella todavía estaba casada y Greg quizá estuviese intransigente en la tarea de buscarla, cada día que pasaba le preocupaba más las consecuencias. Esperaba con esmero de que Greg pensará que simplemente fue raptada y que no tenía responsabilidad en el asunto. Se esmeraba fieramente por no pensar en ello, pero a veces, sus inquietudes simplemente la rebasaban. Dinah le había contado aquella vez en el bosque lo que pensaba Greg respecto al secuestro; le explicó que sus enemigos intentaron matarlo y culpó a esos adversos, le contó con lujo de detalle sobre lo que le inventó él a su padre respecto al ficticio embarazo para zafarse cándido de las intuiciones de su padre. Greg no podía ser más cretino, pero a esas alturas, realmente ya nada le sorprendía. Lo creía capaz de todo y es por ello que le dedicaba merecido pavor.

Suspiró con aflicción y sacudió su cabeza como si intentara espantar a esos bochornosos pensamientos y recelosos que oscurecían a su brillo radiante de felicidad. Entonces sintió los ojos de Lauren parpadear, exponiendo lentamente su tono verde y sonrió al verla avivar.

— Buenos días, mi princesa... — murmuró con su tono ronco de recién despertada.

— Buenos días, mi reina — le jugó antes de romper el espacio entre sus labios y besarla.

— Qué frío... — murmuró la Ojiverde en cuanto fue consiente del gélido entorno que las arropaba, despegándose de los labios de la latina y acurrucándose más contra el cuerpo cálido de Camila.

Cuando sus yemas frías acariciaron la piel del vientre de Camila, esta se contrajo ante el álgido tacto y se sacudió es sus brazos.

— ¡Mierda! Lauren, estás helada — exclamó separando las manos de Lauren de su vientre.

— Ey, no digas palabrotas — le reprendió con una sonrisa.

La latina llevó sus manos a la altura de sus miradas encontrándose y comenzó a frotar las manos de Lauren entre las suyas para calentarlas y a soplarlas con su aliento caliente.

DEL AMOR AL ODIO (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora