Capítulo 23 - Melanie

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Beep-beep. La alarma de mi teléfono suena en mi oído, sacándome de un pesadilla y metiéndome en otra. Hoy es la graduación de los chicos. Quiero darme cinco minutos más, como casi todos los días, pero una vez me he despertado no logro conciliar el sueño. Espero cinco, diez, quince segundos, pero no puedo parar de darle vueltas a lo mismo. Entonces decido ponerme lo primero que pillo y retomar una vieja costumbre: salir a correr.

Es temprano, demasiado. El sol todavía aún no ha salido, y en seguida me arrepiento de no haber cogido una chaqueta. Empiezo a correr sin rumbo fijo, pero pronto recupero el recorrido habitual y conforme voy cogiendo ritmo dejo de sentir frío. Cierro los ojos, mucho más despejada. Hoy Sam se gradúa...a partir de este momento, cualquier momento es susceptible de convertirse en el último. Sacudo la cabeza, intentando sacarme los fantasmas de la cabeza. Saldremos de esta.

Después de discutir con Sam me sentí morir. De hecho, si no hubiera sido por Lisa hubiera pasado una de las peores noches de mi vida...me escuchó atentamente, me dio consejo e intentó que viera las cosas desde otro punto de vista. Me dijo que lo nuestro era fuerte, sólido, real. Que nadie podría luchar contra eso, ni siquiera nosotros. Agradecí sus palabras, pero no eran las que me esperaba de ella. Había cierta melancolía en su discurso, y por momentos me pregunté si estaba hablando conmigo o con ella misma. En ese momento no podía pensar con claridad, así que decidí dejarlo para más tarde. Cuando despertamos a la mañana siguiente, Sam estaba esperándome abajo...

- ¿Qué haces aquí?- le pregunté, aunque los dos lo sabíamos.

- He venido para disculparme.- me respondió él con timidez. Alargó una mano tímidamente hacia mí, como si temiera que volviera a apartarlo. No lo hice, pero algo dentro de mí me imploraba que saliera corriendo de allí y no volviera nunca más. Sam tomó mi mano y me atrajo hacia sí. Yo hundí el rostro en su pecho y cerré los ojos. No podía evitarlo, me sentía en casa.

- Te juro que quería contártelo.- susurró él contra mi pelo.- Hay cosas que están fuera de mi alcance, Mel.

- Lo entiendo.- mentí.- Es solo que duele.

Eso era cierto.

Me detengo de golpe, exhausta, justo a tiempo para observar cómo el sol se asoma por el horizonte. La vista, a pesar de todo, es preciosa: desde donde me encuentro, la ciudad no parece más que una silueta recortada contra un cielo azul claro. Al fondo, se adivinan las montañas, ocultas entre espesas nubes blancas. Es como si el mundo se empeñara en mantenerse en calma aunque mi interior sea un completo caos. Respiro, intentando contagiarme un poco de esa paz. No quiero estar enfadada con Sam, es demasiado doloroso. Pero, de algún modo, siento que falta algo. Tiempo, tal vez.

¡Basta! Dejo de pensar, y corro. Por última vez. No, no es la última, pero en cierto modo es distinto. En cuestión de días, Sam se marchará. Y dentro de unos meses, se irán también mi hermano y Evan. Se marcharán, y yo me quedaré aquí. ¿Y qué quedará de mí? Independientemente de cómo vayan las cosas con Sam, estaré sola entre un montón de gente. Sé que mis amigos seguirán aquí...pero no será lo mismo. Porque yo no soy la misma persona.

Ya es completamente de día cuando tomo una decisión. Sam, Evan y Ben se marchan, sí, pero no se van a llevar mi vida con ellos. Voy a retomar lo que dejé, continuaré el camino a partir de donde no debería haberlo dejado. Volveré al equipo, me buscaré un trabajo. Y, sobre todo, decidiré qué hacer con mi futuro. Puede que el padre de Sam no sea la persona con más tacto del mundo, pero tiene razón en una cosa. Ya va siendo hora de que tome las riendas de mi vida.

Miro la hora en el reloj, y compruebo alarmada que es demasiado tarde. Echo un último vistazo al paisaje y voy a casa a prepararme. Hoy es un día especial para mis chicos, y no debo dejar que mis dudas se lo estropeen.

Cómo enamorar a un idiota [Saga Idiota #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora