- ¿De verdad que no puedes quedarte? Hasta que terminen las vacaciones, al menos.- me pregunta Alice con mirada suplicante. Yo me quedo mirando esos ojos, prolongando el momento hasta lo imposible. Pero no quiero darles esperanzas, así que en contra de mi propia voluntad niego con la cabeza.
- Sabes que si pudiera lo haría.- le digo, y de algún modo siento como si hablara por primera vez.- Mis padres...
- Ya.- me interrumpe ella, soltándome de su agarre.- Claro. Lo entiendo.
Quiero añadir algo más, pero no me salen las palabras. Como siempre. Cierro los puños, frustrado por no haber ensayado lo suficiente este momento. De alguna manera, sé que este es el final.
- Alice.- cuando digo su nombre, ella cierra los ojos y niega lentamente. Nada de lo que le diga podría hacerla feliz, lo sé. Pero no tengo más remedio que marcharme.- Soy una persona muy tímida, más en un país extranjero. Vine aquí para superar mis miedos, pero no lo hubiera conseguido sin ti. Hasta que apareciste tú, solo era una sombra. Ahora soy un hombre afortunado.
Sigo sin dominar muy bien el idioma, pero hasta yo sé que me he pasado. Siempre me pasa: quiero decir algo, intento adaptarlo al idioma pero luego me queda una expresión rara y anticuada. Normalmente todos se reían de mí por eso...pero ella nunca lo hace. Alice sonríe con tristeza y me agarra una mano. Entonces la miro a los ojos y se me cae el alma a los pies: Alice está llorando. En silencio, acuno su rostro con la mano que me queda libre.
Señores pasajeros con destino a París, diríjanse a la puerta de embarque D33.
Una voz por megafonía nos recuerda donde estamos: en el aeropuerto, en el final de nuestro camino juntos. Antes de conocer a Alice, ser un estudiante de intercambio había sido una verdadera agonía. Pero luego llegó ella, con su energía desbordante y su sonrisa radiante. Alice y sus amigos. Alice y sus historias.
- Tienes que irte.- me dice, para nada enérgica ni sonriente. Yo asiento en silencio y la estrecho entre mis brazos. Me hubiera gustado ser muchas cosas para ella, habernos convertido en protagonistas de nuestra propia historia. Pero había dos obstáculos: el tiempo y mi propia indecisión. Y ahora sé que podríamos haber sido tantas cosas...pero también sé que es tarde.
Nos damos un fuerte abrazo, pero la voz metálica de megafonía repite de nuevo la orden de que nos dirijamos a la puerta de embarque. Nos separamos y emprendemos el camino lentamente hasta el puerta D33. El camino, la recta final, se hace corto y a la vez muy largo. Corto, porque me gustaría detener el tiempo para siempre. Largo, porque duele.
Una vez en la cola ninguno de los dos se atreve a hablar, pero cuando faltan apenas diez personas para que llegue mi turno Alice rompe el silencio.
- Deberías haberles dicho que te marchas.
- No soporto las despedidas.- le respondo con la mirada gacha.- ¿Les darás las gracias por haberme acogido en su grupo?
Alice asiente en silencio y yo me acerco más a ella, alzando su barbilla para que sus ojos se encuentren con los míos. Desde que la conocí supe que sería alguien muy importante en mi vida. Pero nunca se lo dije.
- Damien.- me dice ella.- Quiero que sepas que no voy a olvidarme de ti.
- Yo tampoco.- le contesto antes de besarla.
Cierro los ojos y me inclino sobre ella, buscando sus labios para darle un primer y último beso. Alice me agarra por el cuello, atrayéndome hacia ella, y me devuelve el beso. De alguna manera siento como si ese beso fuera toda nuestra historia comprimida en un segundo: suave, feroz, rápido y lento. Doloroso, pero también un grito de euforia.
- Soy un idiota por haber esperado tanto.- le digo cuando nos separamos.
- El amor nos hace idiotas.- me responde ella con una sonrisa todavía triste.- Escríbeme, ¿vale?
- Pienso hacerlo todos los días.
Entonces llega mi turno de embarcar, y la azafata de tierra me pide mi billete y mi documentación. Alice y yo nos abrazamos con fuerza por última vez y paso la barrera de seguridad. Mientras avanzo por el largo pasillo que comunica con el avión, me giro cientos de veces para ver si sigue ahí, y cada vez que me doy la vuelta siento que todo este año no ha sido más que un espejismo, como si nunca hubiera existido.
No. Me digo a mí mismo, apretando con fuerza mi teléfono móvil. Ha sido real, lo único real que ha habido en mi vida.
Cuando estoy en mi asiento envío un mensaje a mis padres para informarles de que ya estoy de camino y otro a mis compañeros, despidiéndome y pidiéndoles perdón por no haber sido capaz de dar la cara. Después apago el teléfono, ignorando si seré capaz de leer los mensajes que me envíen una vez haya llegado a París. No sé qué va a pasar a partir de ahora, pero me llevo conmigo unos meses maravillosos. Cuando el avión despega y las azafatas nos han informado de los protocolos de seguridad en caso de accidente, cierro los ojos e intento relajarme. Sueño con una muchacha rubia que me saca a bailar en el baile de primavera.
¡Hola! Siento haber desaparecido otra vez. Aquí sigo.
Para los que no os acordéis, Damien es el estudiante de intercambio que siempre merodea por el grupo de Melanie pero que casi nunca habla. Alice y él sentían algo el uno por el otro y lo sabían, pero no tenían nada oficial. Damien ha terminado los parciales y se vuelve a Francia. Adiós, Damien :(. Con esta parte finaliza el primer ciclo de personajes, y con eso la introducción. ¿Qué quiere decir eso? ¡QUE EMPIEZAN LAS MOVIDAS! Jajajajaja un saludo y hasta dentro de poco ;).
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Cómo enamorar a un idiota [Saga Idiota #2]
Novela JuvenilAl fin ha terminado el curso, y Melanie ya no tiene que mantener su relación en secreto. Ben ha prometido quedarse al margen, pero le está costando más de lo esperado hacerse a la idea de que su hermana está saliendo con alguien. *** Mientras Melan...