"Voy a regresar con mi familia... Voy a olvidar todo esto, y voy a comenzar de nuevo..." se repetía, una y otra vez.
La señorita Miyumi le había ayudado a hacer las maletas.
Se iría sin decir adiós, del mismo modo que había llegado a la mansión cuando era pequeña, de manera silenciosa y sin llamar la atención.
Al día siguiente de la llovizna, una castaña cumplió su palabra de abandonar la casa que la había acogido por años... Dio una última mirada a la habitación en donde se encontraba ahora recluido el hombre al que amaba.
Soltó sus bolsos de pronto, abandonándolos en el piso mientras corría a la cocina de la mansión.
Entibió algo de leche y la vertió en un vaso de vidrio reluciente, tomó un plato de porcelana blanca y depositó sobre él las galletas que había horneado la noche anterior, como cada noche.
Puso todo en una bandeja de madera, añadiendo también un pequeño adorno; consistía en una pequeña esfera de vidrio, estilo pecera diminuta, que tenía agua cristalina únicamente en el fondo, y sobre los límites del agua, una vela gruesa que ella se preocupó de encender.
Dejó una nota recargada en el adorno, y tomó la bandeja.
Caminó con ella a paso lento, como deseando arrepentirse tras cada paso que daba.
Una vez de pie frente a la puerta, lágrimas traicioneras se deslizaron por su rostro. Depositó la bandeja en el piso, golpeó la puerta tres veces, y luego corrió lejos, tomando sus bolsos del camino donde los había tirado.
Era muy de mañana, por lo que los golpes despertaron al castaño que se hallaba al otro lado de la puerta.
Se puso de pie con pesadez, y abrió la puerta para encontrarse con la bandeja.
Miró alrededor; nada.
La tomó y volvió a entrar. Leche y galletas; lo que su sirvienta siempre le traía cuando se encontraba molesto, lo único que lograba calmarlo.
Pero esta vez había una diferencia.
Tomó la pequeña nota entre sus dedos izquierdos, con dificultad, y la desdobló.
Tan solo decía "Adiós"...
Y pasaron los días, más veloces de lo que todos habrían podido percibir.
La ausencia de la castaña había afectado a muchos en la mansión Hyuga. Pero de una manera extraña y especial a una persona en particular.
"Ha regresado a su país, con su familia" – le había explicado Miyumi.
Él simplemente no entendía, pero se sentía molesto. Le molestaba que se marchara.
Y es que, vamos, desde que se marchó, le traían galletas compradas en la tienda, nada casero, la leche se le servía fría, y cuando la pedía tibia, se la traían caliente.
Extrañaba que la castaña se la sirviera en el punto exacto de temperatura que a él le agradaba. Pasaba sus días de encierro entre una mezcla de melancolía y enfado.
El sol abrasador del verano se volvía cada vez más intenso, y hacía que ya poco recordaran aquella tarde de llovizna sutil en que habían despedido a un hombre de este mundo.
Durante aquellos días, también la castaña solía frecuentar mucho a su nuevo amigo, compartiendo su luto con él, e incluso tardes enteras.
Luego de una semana de paz, ambas hermanas volvieron a clases, ambas siendo recibidas alegremente por sus respectivos grupos de amigos.
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NaruHina "La melodía de nuestro amor"
FanfictionNaruto es un chico rebelde y problemático, acostumbrado a mantener un rendimiento bajo. Hinata es una chica tímida y dulce, acostumbrada a vivir al margen de todo acontecimiento. Pero ambos comparten un gusto especial por la música, y un talento que...