Capítulo 83: "Cuídala"

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Un acto de amor consumado. Un deseo del corazón realizado. Un paso más hacia el futuro que les esperaba. Un "Tú y Yo" transformado en un "Nosotros". 

Eso y mil cosas habían sucedido esa noche, en que habían decidido amarse hoy y para siempre...


La luz del sol del nuevo día comenzó a filtrarse por cada rincón, dando inicio a un nuevo comienzo para muchos. 

Una pareja tenía el privilegio de recibir estos primeros rayos en los brazos del otro. 

El rubio fue el primero en despertar, esbozando una gran sonrisa mientras observaba al amor de su vida, profundamente dormida en su pecho. Podía sentir el calor de su cuerpo desnudo, y aquella sensación era lo más satisfactorio que podías recibir al despertar. 

Claro, hasta que ella abrió los ojos y depositó un tierno beso en sus labios. Aquello también era la sensación más satisfactoria del mundo. 

"Buenos días" – murmuró adormilada, luego de concluir el beso. 

"Maravillosos, diría yo" – respondió sonriente, rodeándole la cintura con sus brazos. 

Volvió a besarla con ternura, mientras sentía su suave cuerpo deslizarse por entre las sábanas para lograr apegarse más a él. Y es que, no iba a negarlo; el contacto de sus pieles desnudas no era solo lo que habían ansiado por meses, sino que también les llenaba por completo. 

Se abrazaron un par de segundos más, y luego se detuvieron, para observar, cada uno, su mirada en los reflejos de la mirada del otro. 

"Te amo, Hinata Hyuga" – le susurró, como si alguien más les pudiese escuchar. 

"Y yo te amo a ti, Naruto Uzumaki" – respondió con una amplia sonrisa.



Tenía todo listo. 

Ya había despachado el camión que llevaba las cajas con sus pertenencias al aeropuerto, y sólo quedaba en la pequeña casa, ella, con su maleta, su bolso de mano y un montón de recuerdos que se negaba a dejar atrás. 

Llegaba el momento de su partida. 

Sabía que todos sus amigos iban a estar esperando por ella en el aeropuerto, pero no se sentía preparada para despedirse. 

No quería llegar y verlos a todos, pues aquello le recordaría lo mucho que dejaría de ella en aquella ciudad. 

Una escurridiza lágrima bajó por sus mejillas, y la detuvo justo antes de que bajara por su cuello. 

Suspiró hondamente y cerró la puerta tras de sí, mientras pegaba su mirada al felpudo de la entrada, en donde ahora se encontraban sus pies. 

"¿Te vas a quedar toda la mañana ahí?" – escuchó una voz frente a ella, y de inmediato alzó la vista para identificar a su dueño. 

Frente a ella, en la calle, se encontraba de pie un joven de cabellera azabache, ondeando al viento, que vestía una camisa blanca y unos jeans casuales, con zapatillas de color azul. Traía gafas de sol cubriendo sus oscuros ojos, y las manos escondidas en los bolsillos. 

Cuando sintió la azulina mirada sobre él, se retiró las gafas y las enredó sobre su cabeza, regalándole una sonrisa. 

Los ojos de la peliazul se cristalizaron, mientras llevaba una de sus manos al pecho. 

Caminó hasta salir de la casa, y se quedó de pie, estática frente a él. No sabía qué decirle. Abrió la boca para decir algo, pero por toda respuesta, su labio inferior tiritó, y de su garganta escapó un sollozo ahogado. 

NaruHina "La melodía de nuestro amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora