Capítulo 81: "CULPABLE"

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La ojiazul temblaba. 

Una lágrima se deslizó por su mejilla y cerró los ojos, apretando los párpados con fuerza, como si con aquella acción le prohibiera la salida a las lágrimas. Pero los abrió sorpresivamente cuando sintió los labios ajenos apoderarse de los suyos...


Puso sus palmas en el pecho del chico y logró separarse de él rápidamente. 

"¡¿Q-Qué estás haciendo?!" – preguntó, agitando su cabeza para tratar de despertar del mareo, pero aquello sólo provocó que su cabeza diera más vueltas. 

Él no respondió, la verdad, ni él mismo sabía los motivos. 

El pecho se le había oprimido cuando la vio llorar de manera tan sincera delante de él, y de alguna manera, quería corresponderle, así que la había besado. 

"¡¿Por qué?!" – insistió, mirándolo con los ojos brillantes. 

Por toda respuesta el chico la tomó por los hombros y volvió a besarla. 

Probablemente fuera culpa del alcohol, pero, vamos, que ambos ya estaban lo suficientemente mayores para saber lo que hacían, no sería razonable culpar solo a la bebida.

Ella trató de zafarse inútilmente del agarre del chico, aunque, en el fondo, muy dentro de ella, no quería resistirse. Pero debía hacerlo, no quería confundir aún más las cosas entre ambos. 

"Sasuke..." – susurró, como si al llamarlo por su nombre pudiera hacerlo entrar en razón. 

No sucedió. 

Pero entonces, todo su razonamiento se nubló cuando sintió su cuerpo reclinado hacia atrás y la situación en la que estaba se revirtió; el pelinegro estaba sobre ella. 

"S-Sasuke... D-detente..." – murmuraba cuando él le dejaba libres los labios. 

Y es que el hecho de que la chica repitiera su nombre, una y otra vez, lo traía loco. 

Cerró los ojos y juró que aquella voz era la de la pelirrosa. La misma intensidad y pasión con la que su nombre escapaba de aquellos labios. 

"S-Sasuke..." – gimió, cuando los labios del azabache se desplazaron hasta su cuello.



Muy lejos de allí, de un estropeado y ruinoso bus descendía una chica de cabello castaño, con un par de maletas y un bolso cruzado en la espalda. 

El sol quemaba un poco más intenso de lo que estaba acostumbrada, y cuando el bus emprendió nuevamente la marcha se vio cubierta de una espesa capa de polvo. Tosió un poco y debió cerrar los ojos. 

Cuando los abrió nuevamente observó con nostalgia el lugar en donde se encontraba. Suspiró y recogió las maletas del piso, y bajó del camino pavimentado para adentrarse en uno de tierra y rocas que iba en ascenso, largo y aparentemente sin ningún árbol que le brindara la sombra necesaria para hacer de la caminata algo agradable. 

Por fortuna llevaba sujeta a la cintura una práctica botella de agua a la que recurriría cuando lo necesitara. 

Continuó camino arriba largo rato, comenzaba a sudar y le parecía que en su mente el camino no había sido tan largo. 

Comenzó a creer que se había perdido, luego de años en un país extranjero. 

Se sentía extraño. 

Hizo uso de su botella de agua, y luego la volvió a amarrar a su cintura. 

Cuando alcanzó la cima del camino, sintió su pecho comprimirse, ablandarse, y finalmente romperse. 

NaruHina "La melodía de nuestro amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora