Capítulo 18: "¿Puedo...dormir aquí?"

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"Si, tiene razón, no te dejaré salir con esta lluvia, quedarías empapada y lo menos que quiero es que te enfermes así que...por qué no...te quedas?" – dijo esta última frase con voz temblorosa el ojiazul. 

¿Quedarse? No había considerado esa posibilidad, y por alguna extraña razón, estaba nerviosa. 

"Claro, claro, voluptuosa chica de ojos perla, en mi habitación tengo una cama enorme, estaría encantado de compartirla cont-..." – el peliblanco no alcanzó a terminar su invitación pues el rubio le había lanzado uno de sus libros en toda la cara. 

"¡Pervertido! Se quedará conmigo, además preferiría que quedara empapada camino a casa a que compartiera una cama contigo, ¡Degenerado!" – le espetó, enojado, el rubio. 

Sus padres se rieron, y una vez recuperó el aliento, el hombre comentó, por lo bajo: "Está bien que quieras divertirte tú solo con ella, pero no seas egoísta con tu abuelo...". 

La chica parecía mantenerse ajena a la conversación, estaba inmersa en sus pensamientos; Quedarse con Naruto, por muy normal que sonara, implicaba una extraña sensación en su pecho que no lograba descifrar. 

"Hinata-chan, puedes usar uno de mis pijamas, ¡estoy segura de que deben quedarte perfectos!" – comentó la pelirroja, tomándola de la mano y llevándola a su habitación. 

Hizo que el rubio se sentase a esperar a la chica en el sofá, quería que le modelara el pijama que le prestaría, aunque sabía que Hinata era muy tímida para eso.

En la habitación matrimonial, la joven aguardaba sentada en la cama, como se lo había indicado Kushina, mientras esta sacaba y sacaba pijamas de un baúl, como buscando uno en específico. 

"Ahh, aquí está...este es el indicado..." – comentó, mientras sacaba un pijama de una pieza, un camisón corto y escotado negro semi transparente, con encajes y cintas rojas que se veía diminuto a los ojos perlados de la chica. 

Tras la insistencia de la pelirroja, se lo puso.

Ambas salieron de la habitación, la chica cubierta por una mantita negra, que Kushina le había indicado no se quitase hasta llegar a la habitación con Naruto. 

El rubio se ofreció a llevar la ropa de colegio que Hinata se había quitado hasta el segundo piso, se despidieron dándose las buenas noches y prosiguieron a subir, ignorando los comentarios "subidos de tono" que el peliblanco no acababa de pronunciar. 

Llegaron a la habitación y el rubio se cercioró de cerrar la puerta con llave, para evitar el inevitable espionaje que de seguro Hinata sufriría por parte de su abuelo. Encendió la lámpara que tenía sobre su mesita de noche y sacó un futón del closet para tenderlo en el piso, a un metro aproximadamente de su cama. 

Le indicó a Hinata que ella podía usar la cama mientras que él usaría el futón, pero esta se opuso totalmente. 

"Naruto-kun, esta es tu casa y yo soy la invitada, no puedo permitirme el incomodarte, además, estoy acostumbrada a dormir en futón, me enfadaré si duermes en el piso..." – le dijo, con la voz algo temblorosa en esa última frase, pues no estaba acostumbrada a decir ese tipo de cosas, pero se veía obligada a hacerlo. 

El rubio suspiró y terminó por aceptar las condiciones de la chica, dejó la ropa de ella sobre una mesa y cuando volteó, vio a la chica doblando la mantita que la cubría minutos antes y pudo apreciar aquel sexy pijama que su madre le había facilitado. 

Se quedó pasmado durante todo lo que demoró la chica en doblar la manta. No podía desviar su mirada, estaban sus ojos atraídos con un magnetismo enorme sobre ella. Sentía que si su boca se abría la baba se le caería, así que se contuvo. 

La observó detalladamente comenzando de pies a cabeza; Sus piernas color nívea estaban estilizadas de manera hermosa, comenzando en sus pies y acabando en aquel trasero que apenas cubría la tela, bastante firme y deseable entre aquellas anchas caderas. Su cintura especialmente fina y bien definida le otorgaba un aspecto delicado, y sus pechos, bastante bien proporcionados, le brindaban un encanto de muñeca, una mujer casi perfecta. Sus cabellos caían por sobre sus hombros extendiéndose hasta la mitad de su espalda, cuando llevaba el pelo suelto se veía bastante sexy, o así opinaba el rubio. 

La chica terminó de doblar la manta y la dejó a un lado, volteó y encontró al chico observándola de pies a cabeza, fijamente con sus ojos azules. La penetrante mirada del ojiazul logró intimidarla, y se sonrojó al tiempo en que desviaba la mirada e intentaba cubrirse con sus manos. 

El chico caminó hasta a ella, sin poderse resistir más, la miró a los ojos y con su mano derecha le levantó el mentón. Sus labios se encontraban a centímetros de distancia y podían sentir la respiración del otro. La ojiperla cerró sus ojos lentamente, igual que el rubio, y sus labios emprendieron el camino a encontrarse. 

"¡Buenas noches chicos! ¡No se queden jugando hasta tarde!" – se escuchó el grito de la pelirroja desde el primer piso, seguido de una risilla. 

Ambos abrieron sus ojos rápidamente para encontrar los del otro y separarse, avergonzados. En silencio, Naruto se metió en la cama y Hinata en el futón, luego el rubio apagó la luz. 

Ninguno de los dos podía dormir, fue entonces cuando el ojiazul comenzó a dar vueltas en la cama, y Hinata pudo oírlo. 

"¿N...No puedes dormir, Naruto-kun?" – preguntó la peliazul, algo tímida. 

Un poco nervioso, el rubio contestó que había ciertos pensamientos que no le dejaban dormir, a lo que la chica respondió lo mismo, pero su voz sonó algo quebrada. 

"¿Sucede algo Hina-chan?" – preguntó, algo preocupado por el tono en que la joven había hablado. 

"Pensaba en...quién es la persona que quiere hacernos daño...digo...ese celular, si no es de Uchiha-san, podría ser de cualquiera de las chicas del instituto que es su fan...pero... ¿quién...y para qué? No logro comprenderlo...pensé que todo...mejoraría este año pero...no me explico quien...Ugh...perdón, lamento que tengas que verte involucrado en esto conmigo..." – murmuró bajo la peliazul, con voz tenue y algo temblorosa. 

El rubio permanecía mudo, no sabía cómo responder, se limitó a decir que la protegería de todo mal. 

La chica permaneció en silencio y, justo cuando el ojiazul comenzaba a pensar que se había dormido, sintió que el colchón de su cama se hundía levemente. 

La ojiperla se había sentado en su cama, y le habló en tono suave. 

"¿Puedo...dormir aquí? Prometo que no molestaré..." – levemente musitó....


~*Fin capítulo 18*~

~*Fin capítulo 18*~

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NaruHina "La melodía de nuestro amor"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora