Capítulo 52

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Ellos simplemente se miraron y ella no fue capaz de decir una palabra, sólo sintió humedecer los ojos.

Gianluca avanzó hacia Melanie tan rápido que ella no logró reaccionar además de dar dos pasos hacia atrás hasta que su columna vertebral se encontró con la pared. Y cuando se vio acorralada no sabía qué pensar ni qué decir. Sólo Dios podía saber qué él estaba pensando en ese momento y ella cerró los ojos apretándolos con fuerza.

Mismo a unos pocos centímetros de distancia él se quedó mirando a su vientre. Melanie empezó a sentir todo el cuerpo temblar por el nerviosismo. ¿Por qué había se acercado tanto? ¿Qué iba a hacer?...

Entonces sintió su mano tocando su vientre y una lágrima se deslizó por su rostro sin permiso. No sabía si era el miedo o cierta emoción.

Más sorprendente aún, fue abrir los ojos y ver que cuando Gianluca levantó la vista y la miró, lágrimas cayán por sus mejillas también.

- ¿Cuándo ibas a decirme Elise?
- No tenía ninguna razón para que tú supieras.
- ¿Y esconderías a mi hijo de mí? – ella lo miró con admiración.
- ¿Quién dijo que es tu hijo? – ella sabía que no debía preguntar algo así, pero a pesar del miedo no fue capaz de resistir. Lo último que quería era parece una traidora, pero tampoco quería que tuviera una razón más para seguir en su vida.
- ¡Hum! – Gianluca exclamó con cierto estado de ánimo mientras abría una pequeña sonrisa. Así que ¿No creía que su bebé era de Zachary? – Te conozco muy bien, Elise – dijo suavemente mientras le tocaba la mejilla – No serías capaz de hacer algo así.

Gianluca la miró con afecto a los ojos. Tal vez con una dulzura con la que nunca había hecho. Melanie se estremeció de nuevo, pero ahora no era miedo. Pensaba que había recuperado al menos parte de todo el tormento que le había causado, pero ahora se daba cuenta de que no era cierto. Amaba a Gianluca tanto como antes y por mucho que le gustara reconocer, era probable que fuera así hasta el final de su vida. Eso era más de lo que podía soportar. Era una tortura.

- ¿Qué quieres Gianluca? – Preguntó incapaz de contener las lágrimas – ¿Qué quieres? – murmuró casi implorando una respuesta.
- Tú eres lo que quiero. – ella negó con la cabeza. Era más como dijera que no entendía que propiamente estar negando la afirmación. – Después que tuve mi venganza pensé que iba a ser feliz, pero estaba equivocado. Estaba feliz a tu lado y no quería admitir y ahora veo lo mucho que estaba equivocado – Le tocó la cara – No te lo merecías.
- Gianluca... - trató de hablar, pero no pudo decir nada más.
- Te necesito. Y ahora que me enteré de nuestro hijo necesito aún más de ti. Así que por favor no me dejes, no lo hagas... – dije casi suplicante – Yo no he tenido una familia y yo estoy aquí pidiendo una oportunidad de tener una – Gianluca limpió suavemente la lágrima que caía de los ojos de Melanie. Con cariño la besó primero en la frente, a continuación, los párpados, las mejillas, la nariz y finalmente los labios – Te estoy pidiendo una oportunidad para demostrar que podemos ser felices juntos.
- Gianluca...
- Yo te amo.

Melanie dejó escapar un suspiro ahogado. Era la primera vez que decía que la amaba. Y se sentía una tonta porque creía, pero al verlo tan vulnerable y emocional, no podía pensar que era una mentira, simplemente no podía creer que estuviera jugando con su corazón de nuevo. Sentía que era sincero. De hecho, eso era lo que quería creer.

Gianluca sacó un pequeño trozo de papel doblado del bolsillo del pantalón y se lo puso en su mano.

- Me puedes encontrar aquí. Cometí muchos errores, pero espero que me perdones. Pase lo que pase, yo sólo quiero que recuerdes que siempre voy a estar esperando... Y que siempre te amaré.

Él acarició su vientre de nuevo, la miró durante un momento y de repente la agarró por la cintura y la besó intensamente durante varios segundos hasta que ambos perdieron el aliento. Cuando se separaron, él se dirigió a la puerta. Se puso la mano en la perilla, se volvió y miró a Melanie por última vez.

Y sonrió.

Giró la llave, abrió la puerta y se fue cuidadosamente, dejándola más confundida que nunca...

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