Capítulo 64

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Zachary se rió al pensar qué haría con Melanie delante de su hermano y marido, que tendrían que asistir con impotencia, pero casi de inmediato fue tirado hacia atrás bruscamente y la pistola se cayó al suelo. James lo apretaba por el cuello con el brazo, pero Zach logró golpéalo con el codo en las costillas, dejándolo tambaleante también aun por el impacto anterior. Zach le dio un puñetazo en la cara y lo tiró al suelo, se cogió a su arma y disparó en James, que dejó escapar un gemido de dolor.

- ¡James! – Melanie gritó dando un paso adelante, Zachary volvió hacia ella al mismo instante y disparó, golpeando la pared a unos pocos centímetros de su cabeza, haciéndola congelar.

Entonces Zachary sintió un fuerte golpe en el cuello, dejó caer el arma y se cayó de costado y vio Gian allí. Él dio una patada al arma para salir de su alcance y se quedó parado sin dejar de mirarlo.

- No lastimarás a mi esposa, a mi hijo, o mi hermano. – dijo enfadado. Zach intentó hacer un movimiento rápido para recoger el arma, pero Gian fue aún más rápido, cogió la barra de hierro que utilizaba en la chimenea y acertó con toda su fuerza en la cara de Zachary que se desmayó al mismo instante.

*****

Horas más tarde esa noche, Theo y Harrison habían llegado al local, así como la policía y la ambulancia. Zachary había sido atado por Gian y James aun inconsciente y fue trasladado al hospital ya acompañado por la policía, el momento en que se despertara sería llevado directamente a una celda.

Harry dio apoyo a Melanie mientras daba su testimonio, James y Gian estaban siendo examinados, por suerte, no tenían lesiones grabes, pero serían llevados al hospital para exámenes más detallados. El primero había recibido un disparo, pero la bala le rozó el hombro izquierdo haciendo una herida superficial, ya su hermano había recibido una buena paliza, estaba hinchado, dolorido y lleno de hematomas, pero ambos estaban considerablemente bien.

Después que toda la confusión había terminado, Harrison acompañó a su hija a su casa, dejándola al cuidado de su madre y las dos amigas, que incluso nerviosas, la abrazaron ofreciendo todo el amor y la fuerza que tenían para ayudarla a olvidar toda esa pesadilla, pero sólo por la mañana Elise fue capaz de dormir, no por sentirse tranquila, pero sí, vencida por el cansancio.

No mucho después Harrison llegó a casa acompañado de sus dos hijos y Agatha los recibió emocionada, abrazándolos con gran afecto, agradecido por haber salvado un al otro y a Melanie y porque ​​ambos estaban vivos. Pronto la pareja se retiró, ellos tenían que descansar, pero tan pronto como Gian pensó de subir el primer escalone, James lo llamó:

- ¿Gianluca? – Él se volvió y hubo un momento de silencio – Creo que te debo disculpas. – Gian bajó del escalón y se acercó a James, mirándolo seriamente. – Pensé que harías daño a mi hermana, no debería haber dudado de ti... Has demostrado lo equivocado que estaba sobre ti.
- Todo bien, James – se abrió una ligera sonrisa. – Lo importante es que ella está bien... Y nosotros también.
- Y tengo que darte las gracias por eso. No sólo defendiste Melanie, pero a mí también. Me has salvado.
- Por un momento pensé que todo estaba acabado, pero en ese mismo momento, también me defendiste.
- Eso es lo que hacen los hermanos... – añadió James.

Ambos eran demasiado orgullosos para admitir que estaban emocionados en ese momento. Uno había ayudado al otro en un momento crítico como lo harían hermanos verdaderos, y querían proteger a Melanie con sus vidas si fuera necesario, aunque por diferentes razones.

Entonces los dos se abrazaron durante unos segundos y después que se alejaron simplemente asintieron con la cabeza. No había nada que decir, era mejor esperar un momento no tan emocional y se fueron hasta las habitaciones.

Elise no los vio, pasó varias horas durmiendo y ellos se levantaron cuando ella finalmente se había ido a dormir de nuevo... Pero era difícil dormir. Aunque supiera que Zachary estaba en la cárcel y no saldría tan fácilmente, y que James y Gianluca estaban con sus saludes intactas todavía no era capaz de permanecer completamente tranquila. Pasó varios minutos sin descansar, hasta que decidió ver si su marido estaba despierto a pesar de la hora.

Lentamente abrió la puerta de la habitación y miró hacia dentro. Incluso con la habitación casi en total oscuridad, fue capaz de verlo de pie junto a la ventana, mirando hacia afuera.

- ¿Gian? – dijo, él se volvió rápidamente, ella entró, cerró la puerta y ambos se acercaron.
- Elise... – susurró.
- Necesitaba verte...

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