Capítulo 58

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A la mañana siguiente, así como en la anterior, Melanie se levantó temprano, se fue a la cocina y se encontró con Dorothy que había comenzado a preparar la comida.

- Buenos días. – dijo Elise y Dory se volvió.
- Buenos días... Oh, chica, ¿qué te ha pasado?
- Estoy con mareo – dijo, andando hacia la silla, usaba su pijama corto, había vomitado hasta perder las fuerzas, lo cual fue inesperado teniendo en cuenta que era la primera vez que sucedía después de varios días. Creía que no ocurriría más, ya que recientemente se había pasado los tres meses de embarazo. Estaba pálida y su aspecto parecía cansado a pesar de que había dormido toda la noche.
- Creo que voy a hacer un poco de té para ti. ¿Por qué no te acuestas un poco más?
- ¿Qué pasa si me acuesto y vómito cuando me levante de nuevo? – Dory se rió.
- Estos mareos suelen ocurrir en la mañana. Por supuesto que varía para cada mujer, pero creo que mejorarás pronto.
- Eso espero, porque mi cabeza ya me duele.
- Sólo tienes que descansar un poco más.
- No estoy acostumbrada a estar en reposo por mucho tiempo. – la agradable señora sonrió y la miró.
- Tomes la oportunidad de descansar mientras su bebé está en el vientre, porque después del nacimiento tú tardarás como 18 años para llegar a hacer esto de nuevo. – Ambas se rieron y Elise se sentó.
- ¿Cuántos hijos tienes?
- Tres. Dos hombres y una mujer... Ellos son adultos ahora, han salido de casa, pero mis nietos pasan mucho tiempo conmigo.
- Debe ser fatigoso.
- Ah, sí, pero es la mejor cosa de la vida. También serás abuela algún día, podrás entender qué quiero decir. – Melanie sonrió. – ¿Quieres comer algo? – ella puso un plato de huevos con tocino en la tabla, Gianluca era siempre puntual con la hora del desayuno y pronto estaría allí.
- Creo que voy a... – Elise miró el plato, no pudo terminar la frase y puso la mano a la boca, luego se levantó y corrió al baño, incluso pasó por Gian que entraba en la cocina y miró la escena con extrañeza.
- ¿Qué sucedió? – preguntó a Dory.
- Oh, querido, tal vez tú entienda sobre mujeres, pero sobre mujeres embarazadas realmente no sabes nada, ¿verdad?
Él se limitó a mirarla, confuso.

*****

Melanie oyó a alguien llamar a la puerta y cuando volvió el rostro vio Gianluca entrar con una bandeja de desayuno. Ella se incorporó en la cama y él se sentó poniendo la bandeja cuidadosamente a su lado en el colchón.

- ¿Cómo te sientes? – preguntó mientras veía muy interesado en la respuesta.
- Un poco indispuesta.
- ¿Esto es normal en el embarazo? – él preguntó con cara de duda, ¿Acaso no creía que realmente eso pasaba o tenía miedo de que ella no estaba en buen estado de salud?
- Es normal, sí... – dijo con una sonrisa, sin mostrar los dientes – Sólo que hacía unos días no ocurrían más.
- Oh... - murmuró sin estar totalmente convencido – He traído tu desayuno – dijo mirándola, cambiando de tema – Necesitas comer bien, ya sabes – No que quisiera reprenderla, pero ahora tenía que pensar en la vida que crecía en su interior, y Gian estaba dispuesto a asegurarse de que todo seguiría muy bien y ella asintió – Me di cuenta de que no podías soportar el olor de tocino y huevos, entonces hice un desayuno italiano para ti. – Gian le entregó la copa con el capuchino y ella aceptó, tomando un sorbo. Había traído unas rosquillas que parecían muy apetitosas y unas galletas dulces, pero ella todavía se sentía muy sorprendida por toda esta actitud, él parecía un hombre diferente e igual al mismo tiempo, por lo que sólo le dio una sonrisa sin mostrar los dientes mientras se le entregó una rosquilla. Sólo podía disimular la risa, era divertido verlo tan preocupado.

Mientras Melanie comía él se fue a la ventana. El día tenía un hermoso y brillante sol en el cielo azul. Miró la hierba verde y los árboles en la distancia. Luego se giró y volvió a sentarse al lado de su esposa.

- ¿Qué opinas de dar un paseo por la tarde? El día está hermoso.
- Bien. – Dijo al final de unos segundos sin mucho entusiasmo, después de todo, acababa de decir que estaba indispuesta, pero a juzgar por su expresión facial de Gian, él parecía decidido a sacarla de la cama de todos modos, por lo que se acercó, casi frente a ella.
- Elise... - ella apartó la vista de la rosquilla para mirarlo – ¿Te importa si toco su vientre? – preguntó inseguro.
- No sentirás Gianluca. El bebé es todavía muy pequeño. – Habló con cierto estado de ánimo.
- Ya lo sé. – contestó. Excepto en el momento en que se enteró del embarazo, aún no la había tocado y ella apenas podía disimular que se sentía un poco nerviosa con eso. Pero él la miraba con una expresión de tanta expectativa que ella nunca sería capaz de negarle.
- Si eso es lo que quieres...

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