Capítulo 44

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Gianluca sabía que ganarla por segunda vez sería difícil, pero estaba empezando a creer que sería imposible. Habría considerado un poco de progreso si lograra hacerla hablar normalmente, incluso por un corto tiempo, pero no sería suficiente. ¿Cómo demostrar que la amaba, si ni siquiera podía pronunciar la palabra "amor"? ¿Cómo mostrarle que amor era todo lo que sentía por ella, después de todo?

Y si Theo estuviera cierto... Ni quería pensar que su primo se estaba aprovechando de la situación para robar su mujer, aunque no fuera en la práctica, Melanie seguía siendo su esposa y para nunca dejar de ser, tenía la intención ganar su confianza otra vez y si eso significaba hacer frente Zachary con las pocas fuerzas que aún quedaban, entonces era justo lo que iba a hacer.

Mientras tanto, Melanie estaba en el baño, puso las manos en el lavabo y se quedó mirando en el espejo mientras respiraba profundamente. Sin duda, si sobrevivía esto, tendría muchas preguntas para su padre, sobre todo por qué se le había ocurrido la insana idea para programar este encuentro. Pensando en ello, echó la cabeza hacia atrás y suspiró cerrando los ojos, como Harrison había planeado esta cena, por él, ella iría soportar permanecer lo más tranquila posible.

Se fue y se dirigió directamente a su mesa y se tragó la saliva justo antes de sentarse. Gianluca aún tenía las manos en la cara, las sacó al oír el ruido de la silla y la miró. Ella se sorprendió al ver cómo su mirada era triste, cansada, pero prefirió guardar silencio, no quería preguntar las razones aunque en el fondo sabía que era debido a ella.

- Te voy a proponer algo – Gianluca habló con calma después de un tiempo. Bajó las manos y comenzó a golpear la punta de los dedos de la mano derecha suave y rítmicamente sobre el mantel blanco, sin dejar de obsérvala – ¿Qué te parece si por lo menos esta noche nos olvidamos todo y celebramos juntos su cumpleaños cómo antes?
- No sé si puedo hacer esto.
- Yo sé que nada volverá a ser lo mismo, pero déjame mostrarte lo mucho que me gustas, Elise... - hizo una pausa breve – Sólo por esta noche. Sólo nosotros, sin pensar en nadie ni en nada de mal. – Ella miró hacia otro lado, ¿Un ángel del Señor no podría enviar una señal y decirle qué era lo que debería hacer? No debería ser una respuesta difícil...
- Muy bien – concordó después de tratar de pensar con claridad, que apenas podía hacer. – Pero no trates de sacar provecho de la situación, y no pienses que por eso debes tener alguna esperanza acerca de nosotros.
- Como quieras.

¿Simples así? ¿Él no iba a quejarse de que ella no estaba contribuyendo tanto como le gustaría? Era muy extraño... Pero tal vez sólo sentía que no debería presionarla en ningún momento. Después de toda la estupidez debido a la venganza ¿Finalmente estaba pensando lógicamente?

- ¿Qué has estado haciendo? – él la preguntó abriendo una sonrisa. – Pasé en la tienda hace unos días y Jade dijo que no estabas.
- No voy todos los días ahora que tenemos otra amiga trabajando con nosotras.
- Eso es bueno, tenéis que descansar de vez en cuando. – ella sólo asintió.

Gian sonrió sin mostrar los dientes y luego el camarero volvió con la comida. Él se moría de hambre y se sintió agradecido de que no hubiera habido mucha demora, pero ella pesar del hambre, al sentir el olor del salmón se sintió con náuseas. Ella cerró los ojos y empezó a rezar en pensamiento. Había vomitado pocas veces durante el embarazo, pero sentía náuseas por el olor de ciertos alimentos y el maldito salmón estaba haciendo precisamente eso.

- ¿Elise? – ella abrió los ojos y lo miró. – ¿Estás bien?
- Ah, sí...
- ¿Algo mal con el salmón? – preguntó con curiosidad mientras ella miraba el trozo de pescado en el plato.
- No exactamente. Comí comida india para el almuerzo y mi estómago no está bueno, no sé si puedo comer. – mintió deseando con todas las fuerzas que él llegase a creer.
- ¿Por qué has almorzado comida india? Sabes que las especias fuertes siempre te dejan enferma.
- Yo quería intentarlo de nuevo – se rascó el cuello – Pensé que podría acostumbrarme.
- ¿Quieres que pida al camarero para traerte otra cosa? – ella sólo asintió.

No mucho después Elise se comía su plato de sopa y el salmón estaba en el otro lado de la mesa, porque Gian así que terminó su pescado empezó a comer ese que ella había rechazado. Básicamente, ella quería reírse, el trozo de pescado él que había comido antes no era tan pequeño, pero aun así insistió en quedarse con ese también, y ella no recordaba haberlo visto tan hambriento de esa manera antes, ella llevaba el bebé y ¿era él quien comía por dos?
Sin querer ella se rió y él la miró.

- ¿Qué pasa? – preguntó interesado también sonriendo.
- Nada. Simplemente creo que la comida debe haber acabado en su apartamento. – él abrió una amplia sonrisa.
- Casi... El problema es que es la primera vez en mucho tiempo que realmente tengo ganas de comer algo. – Mel se preguntó si era a causa de ellos. Conocía a Gianluca muy bien como para saber que cuando se preocupaba no era capaz de comer bien, incluso cuando alguien insistía. Sin embargo, él todavía tenía el mismo tamaño, no parecía haber perdido peso. – ¿Cómo está la sopa? – le preguntó llevando la copa de vino a la boca.
- No voy a darte mi sopa también si es lo que quieres saber... – él casi se atragantó con su bebida y Melanie se rió poniendo su mano en la boca. Él no se importó, en realidad se sintió feliz, ¿Ya era cómoda para hacer chistes? Eso debería ser un progreso, debería estar haciendo caso a propuesta de olvidarse de todo esa noche. Pero lo que más le gustó, por supuesto, fue esa risa espontánea que sonó como música después de tanto tiempo. – Estaba muy buena, en realidad. – ella concluyó.

Melanie inspiró profundamente después de reír de la cara de su marido y se sentó más cómodamente en su silla, apoyando los brazos a los lados, y miraba hacia un lado mientras Gian terminaba su comida.

- Creo que es hora de que me vaya – ella dijo, y él se incorporó en la silla inclinándose hacia delante.
- ¿Por qué? Es demasiado temprano.
- Todavía tengo que encontrar un taxi.
- Puedo llevarte a casa.
- No sé...
Él interrumpió.
- Insisto... Por favor. – sonó caso como si estuviera suplicando.
- De acuerdo... – aceptó sin ni siquiera estar segura y sonrió. Poco después de pagar la factura, salieron del restaurante. – La casa de mis padres no está en esa dirección. – dijo después de pocos segundos ya lamentando haber entrado en el coche con él.
- Todavía no voy a llevarte allí. – Él tenía una sonrisa en su cara, pero ella estaba empezando a ponerse nerviosa. – Vamos a caminar un poco antes, ¿Qué te parece? Hyde Park es muy bonito por la noche. – ella simplemente tragó saliva...

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