Capítulo 57

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Había pasado casi una hora desde que Melanie había dejado en el interior de la casa. Gianluca estaba en su despacho y la miraba por la ventana que daba hacia el jardín detrás de la casa, que por extraño que parezca, era donde su esposa, que no se había dado cuenta que estaba siendo vigilada.

Él salió y se dirigió lentamente hasta que se acercó a ella. Melanie estaba sentada en la hierba, miraba el jardín lleno de flores de diversos tipos y, a veces aspiraba a los aromas delicados. No se había dado cuenta de la presencia de él hasta que se sentó a su lado. Se limpió rápidamente la cara con la manga. Había derramado unas pocas lágrimas en el último minuto y ¿justo ahora tenía que aparecer?

Gianluca sólo se sentó a su lado sin decir una palabra, quería hablar, pero no sabía qué decir. Parecía tan tonto preguntar si estaba bien porque era evidente que la respuesta sería no. Gian se inclinó y sacó del jardín una flor de color amarillo, y Elise observó mientras él se sentó de nuevo y después de mirar en serio la flor, pronto se la puso detrás de la oreja de Melanie. Ella se bajó un poco la cabeza y sonrió, en silencio tocó el vientre, como ya se había acostumbrado a hacer y Gian la quedó mirando fijamente.

- ¿De veras no ibas a decirme? – preguntó con una expresión seria.
- No sé – Elise susurró y él asintió.
- ¿Cuándo te enteraste? – preguntó después de una breve pausa.
- Una semana antes de la boda, pero sólo confirmé más tarde.
- Y sin embargo, ¿no me lo dijiste? – la pregunta sonó con humor y sonrieron. Si supiera después de su venganza, entendería que no dijo una palabra, ¿pero antes? ¿Por qué no le había dicho? Tal vez el bebé hubiera sido la razón para abandonar por completo su plan, y ahora todo el mundo sería feliz... Pero no la culparía.
- Quería hacer una sorpresa. – aclaró.
- Fue una sorpresa... – ella se rió – Una enorme sorpresa.

Melanie lo miró durante unos segundos, se levantó y se fue rápido, casi corriendo. Gianluca simplemente cerró los ojos y se exhaló el aire por la nariz. ¿Qué pasó ahora? Estaban hablando normalmente sin ningún problema, ¿por qué ella le había dado la espalda y tan rápido? En realidad se enojó y arrancó algunas pocas hierbas que estaba en frente de su pierna y luego miró hacia el sol... Entonces, para su sorpresa, momentos después, Melanie volvió con algo en sus manos, se sentó a su lado y le entregó los papeles que llevaba, Gian la miró con extrañeza, hasta que finalmente vio lo que era: era una ecografía.

- El bebé está todavía pequeño, es un poco difícil de ver... – Elise explicó con calma – Aquí, ¿ves? – ella le mostró con el dedo y Gianluca abrió una amplia sonrisa y se sintió emocionado. Era difícil recordar si alguna vez había sentido tanta emoción. Con cuidado, miró en la siguiente imagen.
- No sabes cómo quería tener estado presente – tragó la saliva y dio una sonrisa un poco triste mientras miraba a la imagen – No me has dicho si es un chico o una chica. – se alegró de nuevo y miró a Elise con los ojos brillantes.
- Todavía no lo sé. Parecía se estar cubriendo con las manitas la última vez – se rió – Quizá la próxima vez... Cuando te vayas conmigo. – Gian la miró rápidamente por la sorpresa – Espero que estés allí.

Gianluca le dio una sonrisa, si continuaba ahí era probable que no fuera aguantar y derramaría algunas lágrimas. Después de todo él no era un hombre sin sentimientos como quería parecer, apenas intentaba controlarse demasiado, pero en los últimos meses era casi una misión imposible. Había perdido el amor de su vida también por no ser capaz de mostrar sus sentimientos, pero había aprendido una lección dolorosa, de que prefería ser un llorón de ser como una piedra, y si Elise le permitiera iba a decirle cada día que la amaba, así como debería haber hecho desde el principio.

Melanie se dio cuenta de cómo sus ojos eran cristalinos, y sin decir una palabra, sólo le abrazo de lado. Compartir con él algo tan hermoso como la llegada de un hijo era muy emocionante, aunque no fuera exactamente el escenario que se había imaginado, la situación era completamente diferente de todo lo que había soñado, pero aún eran marido y mujer y serian padres, iban a dar su mejor...

Ella se levantó, se fue de nuevo y entró en la casa, pero ahora con calma y aunque ella no se sintiera mucha confianza y ni mucho comodidad con la situación, a Gian le quedó claro que más allá del corazón roto, ella todavía lo amaba. No decía, pero él podía sentir...

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