Capítulo 39

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- ¿Mel? ¿Estás bien? – Natie preguntó cuándo se dio cuenta de que su amiga empezó a tragar saliva y respirar más rápidamente. Pero ella sólo tuvo tiempo de negar con la cabeza y puso una mano sobre su boca antes de correr al baño. Era tan difícil saber si el mareo era debido al embarazo o nerviosismo. Jade entonces corrió tras ella.

James miraba la escena con cara de pena y un poco de asco. Afortunadamente, su hermana lograba controlarse hasta llegar al baño, porque si no, pasaría un desastre en la tienda. Entre otras cosas porque él mismo no tenía el estómago lo suficientemente fuerte como para hacer frente a algo así.

- Pobre Melanie - comentó Natalie y James la miró. - Las cosas no necesitaban ser tan difíciles.
- Estoy de acuerdo con cada palabra. - se volvió y miró a la chica - Soy James, su hermano. - le ofreció la mano para saludarla.
- Natalie.
- Así que eres la chica nueva - dijo con una sonrisa. - Me alegro de conocerte por fin, mi hermana habla mucho sobre ti.
- Puedo decir lo mismo.
- Espero que ha hablado solamente cosas buenas sobre mí. – comentó y ella sonrió. – Bueno, tengo que ir... – comenzó a caminar hacia atrás, sin apartar los ojos de ella – Dile a Melanie que deje un abrazo y que deseo mejoras.
- Yo digo, sí.
- Si me puede llamar para decir cómo está.
- Le digo para llamar.
- O bien, puedes tú llamarme... Será un placer hablar contigo otra vez. – Natie sintió que su cara se enrojeció y James salió de la tienda. Ella sacudió la cabeza y se volvió, y para su sorpresa Jade estaba allí de pie con una cara divertida.
- ¿Qué pasa? – preguntó ella con nerviosismo.
- Nada... – Jade dijo sonriendo. – Sólo vine a buscar un vaso de agua para Melanie. Tan pronto como se sienta mejor vendrá decirnos todo lo que pasó este fin de semana, y al parecer no fueron pocas cosas.

Elise volvió pronto, las tres amigas se sentaron y oyeron con atención todo lo que había sucedido.

- Oh, Dios mío... – susurró Jade.
- ¡Ni me lo digas! – murmuró Natie. – Por eso he dicho varias veces para pensar bien qué hacer, Melanie. Debido a que es más que evidente que Zachary quiere más que sólo poner la lengua en su boca.
- ¡Qué asco, Natie! – Jade dijo en voz alta – Ahora soy yo quien sintió el mareo... Y tú, ¿qué piensas en hacer?
- No sé... - dijo Melanie.
- No creo que Zachary te dejará en paz tan fácilmente si no soportar estar con él. – dijo Natalie. – Aún más porque él debe saber que todavía sientes algo por Gianluca y él también siente lo mismo. Y prepárate, porque creo que él te presionará aún más.
- Yo espero que no. – Elise completó un suspiro. Entonces la puerta de la tienda se abrió – Voy atenderlas... - dijo, poniéndose de pie.
- No veo cómo, pero me gustaría poder ayudar,– Jade dijo y Natie estuvo de acuerdo.
- Yo también, Jade... Yo también.

*****

Pasaron unos pocos minutos desde que Melanie había llegado a su apartamento cuando sonó el timbre. Y se sorprendió al abrir la puerta.

- La señora es Elise Baker? - le preguntó un chico con un enorme ramo de rosas rojas en sus manos.
- Sí.
- Las flores son para usted.
- Oh, gracias – susurró. Se quedó tan sorprendida que no sabía cómo reaccionar, tomó las flores y cerró la puerta mientras el chico salió.

Ella olió las rosas y sonrió, había tantas que no sabía ni dónde ponerlas, entonces se las puso sobre la mesa en el comedor, tenía que conseguir un florero para ponerlos, pero antes quería encontrar la tarjeta... Debería haber una... Sonrió cuando se encontró, no se imaginaba que su novio era el tipo romántico, y mucho menos a causa de la semana pasada.
"¿Sabes el significado de las 40 rosas?... Eso es lo que siento por ti." – Era lo que decía. Trató de recordar, porque a cómo trabajaba con mujeres comprometidas sabía el significado de la mayoría de las flores y había oído que esta cantidad de rosas hablaba acerca de ser un gran amor verdadero... O era algo. Y sonrió.

A continuación, la campana sonó de nuevo, y cuando abrió, ahí estaba Zachary. Y él entró rápidamente.

- Necesitamos hablar.
- Claro... - dijo, sonriendo. Después de ese precioso regalo estaba de nuevo dispuesta a tratar de hablar en lugar de pelear.
- ¿Quién te dio estas flores? - Melanie tragó la saliva. ¡Qué demonios! ¿No había sido él? - ¡Yo te hice una pregunta! – gritó...

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